jueves, 26 de diciembre de 2013

Llueve en el mar

No tengo miedo a la lucha, porque no tengo que perder, juego a ser yo mismo para perderme en otro lugar, otro lugar que me encandila, que me lleva a soñar, ¿Por qué eludir la tormenta? si me da motivos para despertar, motivos para sonreír, incluso motivos para llorar, llorar de felicidad es complicado casi tanto como volar. Pero en mis sueños alguna vez esa quimera pude alcanzar.


No puedo tener desdicha mas no conozco la dicha de ser afortunado, pero si conozco la amargura de la soledad más oscura, que acompaña al dolor de ser un alma pura, que pierde ante la realidad ya que apenas siento por abusar de ello, de ese dolor, casi es como si la lluvia se desencadenara en el mar, no sucedería nada, ni nadie puede verlo, y a mí nadie me ve por qué estoy cerca, pero en realidad estoy demasiado lejos para que alguien pueda acercarse, pero digamos que existen personas a las que podría tenderles un puente para que llegaran a verme, a entenderme, incluso a sacarme de la estupidez más caótica a la que me enfrente en mi día a día. Mi vida, triste tormento, pero con tintes de amabilidad, con días de felicidad intercalados que me hacen ver de otro modo el mundo desde mi ventana, que es mi única vía para ver la luz del día. 

Alardes de compasión han llovido, pero sinceridad… no creo, pues no me lo he creído, no necesito limosnas por pena, pues no soy un alma en pena, solo un incomprendido que hace mucho tiempo se perdió en este estúpido e hipócrita mundo.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Perdido en la mente. Introducción

El silencio se apoderaba de mí, no entendía lo que sucedía, simplemente sucedió. La noche transcurría sin darme la exactitud del tiempo, ya que de noche no puedes mantener un control del horario, si acaso, el ruido de los coches, o de los pájaros que alegremente dan la bienvenida a un nuevo día. Pero mi situación era inestable, andaba absorto en mi única idea de cómo proseguir un nuevo día, sin ni siquiera tener constancia del resto de mi vida anterior. Tal vez una historia que no tiene sentido me precedía. Y lo note aquella noche. Me puse a imaginar mi futuro.

En ese futuro veía tinieblas a las que combatir, dragones a los que domesticar cual caballero de la mesa redonda en una de sus épicas batallas en nombre del Rey Arturo. La fantasía se apoderaba de mí, no tenía potestad para razonar racionalmente, pues la vida cotidiana de cualquier persona de clase media me aburría, quería aventuras y nadie me las podías quitar de mi excesiva imaginación.
Comenzó por idear un camino, un camino colmado de árboles, los cuales no pertenecían a ninguna especie conocida, sus copas era frondosa y sus hojas eran de color azul, el prado a mi alrededor, se constituía de un césped de más de medio metro de altura en la que el color purpura inundaba los sentidos, el camino era verde y lo seguía con los ojos cerrados pues estaba entrando en un mundo que yo mismo había creado y cualquier cosa, todo lo que quisiera creer seria realidad.

Ese camino lo seguí fríamente, y si, podemos decir que tal vez estaba poseído por unos delirios que no puedo comprender, pero la idea de avanzar me hacía poderoso. Tanto que comencé a volar. Me alejaba del camino observando la tonalidad de sus colores, utilizando mi poder para revertirlos y crear nuevas ilusiones sin siquiera ver que no me alejaba. Se transformaba. Se transformó en una batalla. Una batalla épica por la supervivencia de una raza que yo había creado. Una raza inexistente que combatía por su libertad. Pero esa idea no me convencía. Y la borre creando un nuevo mundo para mí, una aldea futurista en la que las maquinas dominaban a las personas, donde las personas no sabían siquiera hablar, pero tampoco me gustaba y la descarte, así que volví a borrarlo todo, y me perdí en la infinidad de una pantalla vacía, un espacio en blanco para meditar y construir otros lugares que quería visitar.

Cree mi refugio de inspiración, durante horas fui feliz en la más absurda falta de ideas, falta de pensamientos que me tranquilizaban, mi gran defecto siempre fue construir mundos paralelos a la realidad que vivía ya que pensaba más de lo que actuaba y eso a la larga pasa factura. Meditando en mi lugar de protección, en el que todo podía ser realidad, todo incluso el amor, la magia, la estupidez más dramática o el simple hecho de no volver al mundo tangible, para permanecer en el inteligible.
Y así fue, a medida que mi mente relajaba todo su potencial, imagine una playa rocosa, en la que las olas rompían y la brisa marina refrescaba mi cuerpo ahora desnudo antes tal paisaje que no permitía pasar a la vergüenza, pues solo existía yo y el sonido que se desprendía del amor entre las rocas y el mar. Observe toda su majestuosidad, y en mi mente surgió la nostalgia, en mi tierra hay miles de parajes así, y no puedo negar que añoro solo poderlos visitar a solas en mi imaginación.


Pero no tenía intención de perderme en mis recuerdos, ya que tenía la esperanza de vivir una épica aventura, por lo que aquí comienza la historia en la que imagine los mundos que nunca nadie podría visitar, más que leyendo el fragmento de mi ridícula inspiración.

jueves, 19 de diciembre de 2013

A través del espejo

La vida transcurre a través del espejo, pero no te das cuenta, te sigues viendo a ti mismo, a la misma persona que eras hace diez años, veinte años, o más. El día a día es un goteo que parece pasar lento, pero pasa más rápido de lo que podemos realmente imaginar, pues una mañana te despiertas de un salto y a la siguiente tienes que utilizar un bastón o ayuda de otros para mantenerte siquiera en pie. Y es así, nos pasará a todos, algunos lo ignorarán hasta que se den cuenta, otros lo sufrirán por miedo y otros lo afrontarán con dignidad, la vida es así, si hubieran querido un mundo aburrido nos hubieran hecho a todos iguales, pero por suerte, puedo decir a ciencia cierta que nadie es igual, que cada uno es un ser único, un ente por descubrir, que solo los valientes se paran a admirar más allá de la portada que nos precede.

A veces pienso que me da miedo, mucho miedo, en cualquier momento puedo decir adiós y dejar pendientes tantos sueños, tantas ilusiones, tantas caricias que aún no he descubierto y necesitó conocer, tantas historias que no escucharía ni tantos relatos que no inventaría, por suerte estoy escribiendo mientras pienso en tantas personas que me importan, y aún están, también en las posibilidades que tengo si veo nacer un nuevo día, porque si tienes tiempo de ver un nuevo amanecer es porque el día anterior tuviste tiempo para no quedarte quieto y vivir, por mí, por ti, por ellos, por todos porque nos merecemos unos a otros y otros merecen que nos conozcamos, pues la cadena que forma esta vida es más extensa de lo que parece. Incluso puede que por amistad, todo el mundo esté conectado. Por ejemplo, si yo conozco a dos cientas personas y esas personas conocen a dos cientas más y seguimos por ese conteo lógico, creo que posiblemente abarquemos el total de la población. Hay que ver la vida como es, nadie la vive solo, la compañía siempre esta aunque no lo parezca, aprende a vivir con ello y si puedes, envejece con dignidad y disfruta cada etapa porque simplemente, solo pasará una vez.

Insípida

No hace mucho, apenas una luna llena, me desperté con un buen sabor de boca, sentí haber conectado, no sé, saben de esa sensación de que comienza una buena historia, seguro que muchos escritores se han despertado así alguna vez. Bueno al tema, esa mañana me desperté y las palabras en mi procesador de textos fluían como el agua del rio, sino me conociera diría que mis manos estaban poseídas y que yo no era más que un mero lector, un seguidor de mis propios relatos, cada palabra tenía gracia, cada letra parecía que bailaba, que enseñaba un significado que días atrás era desconocido para mí, y ¿Por qué? Por un encuentro casual que derivó en un delirio monumental. Pongamos eso de chico conoce chica, que chica ya conocía a chico pero chico no sabía que chica conocía y derivamos en la locura más tergiversada que podemos siquiera pensar, un lío ¿No? Pues básicamente el devenir de los días siguientes no cambio demasiado.


La historia del día después fue simple, la claridad abordo el concepto de la conversación, cosa que de buenas a primeras impacta, sobre todo si llevas un tiempo con el autoestima baja, y si, lo sé, mea culpa, pero vamos que no lo esperas. Así que, al principio la duda era constante, un bendito dilema que aunque reservada mi respuesta, en el fondo sabía hacia que lado caería, obviamente la tentación era la telonera. Pasaron días, pocos en realidad, pero se hacían largos por la imposibilidad de consumar las palabras escritas en métodos digitales, pero… según dicen lo bueno se hace esperar. Pues no, después de días de lagunas mentales perdido en las perversiones más absurdas, las perversiones que llevaban a imaginarla sin ropa, sentada sobre mí y mil cosas que jamás contaré por respeto… se esfumaron por unas palabras absurdas que realmente todavía dudo, ni siquiera merecen mención. Entonces pensé, ¿para qué tanta historia? Quizás por ver su poder de convicción, quizás por sentirse deseada, que cosa más extraña, tantas teorías y ninguna cierta….
Al final, uno se queda en treinta y tres, pero lo asume con dignidad, ser un juguete tampoco esta tan mal, cuando te usan lo disfrutas, y cuando te tiran al desván, pues ya te volverán a desempolvar, ya sea en otro tiempo, en otro lugar con diferentes personajes, pero a lo que quiero llegar, es como una historia con un gran principio, que tenía altas expectativas, digámoslo sin tapujos, sexuales o que conllevasen algo más, al final se quedo como una historia insípida que nunca debió pasar.

El tren del recelo

En el anhelo del desprecio sintiéndote lejos no me importas, pero me jode tu comportamiento, tonta imperialista que sueñas con dar en el clavo, pero te quedarás en el camino porque no entiendes el proceso de ser persona antes que ego. Aunque cada cual con su historia, yo la he visto pasar, como si de un tren se tratara, intenté subirme pero no se abrió la puerta, aun así doy las gracias porque no me arrepiento ya que como el ciego no opinaba y la claridad no asomaba. Ahora, cuando el humo es lo que queda, mil gracias le doy al maquinista, ya que me permitió esquivar aquel tren de malas intenciones y nefastas vibraciones, que viene precedido de derrotas hasta el punto de cerrarse en su propio vagón, en donde poco a poco se deterioró su joven corazón. Todos sabemos que la vida te da palos y deja cicatrices, pero pagarlo con el presente no es conveniente, porque si para atrás miramos con recelo, para adelante nunca habrá paz ni siquiera en el cielo. 

jueves, 12 de diciembre de 2013

Estúpida esperanza

A veces cuando me paro a pensar, me doy cuenta de que en realidad con todas mis historias no he visto nada, nada para decir que he sentido más allá de la incoherencia, no sé. Podría decir que estando vacío la vida solo pasa y pasa, no llega nada, pero en el fondo sé que hay algo para mí, algo que me hará ver quien realmente soy. Muchas veces me he perdido a mí mismo, para encontrarme brevemente porque siempre me vuelvo a perder. La vida nos enseña que los cambios son buenos, pero personalmente me aterra el pensarlo, pues mi realidad es cómoda y cualquier cosa que falle es la muerte de una parte de mí mismo. Buscar un camino parece simple, pero no lo es, no lo es porque cuesta aventurarse hacia lugares más allá de la imaginación, lugares que podrían dar sentido a este emplazamiento que llamo estupidez, por lo perdido, por lo que no he sabido apreciar, o tal vez lo he apreciado pero no era lo que realmente buscaba. Por eso lo llamo estupidez, porque no me gusta estar así, no me gusta ser el anormal de turno que se exalta con la mínima muestra de afecto, ni aquel que se desinhibe para no pensar, para no ser consciente de lo que le rodea, un tonto que quisiera vivir en sus sueños por que el despertar es triste, como ya dije, vacío. Pero vuelvo a pensar en la esperanza de que ahí fuera esta lo que busco, y es para mí, lo será desde el primer momento y a partir de ahí lo será para siempre.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Hipocresía

La hipocresía se hace de notar cuando te miro y me das una respuesta equivocada porque no entiendes que la sinceridad es un paso que todos debemos afrontar. Te miro y en un suspiro se me va la fuerza por la boca, los nervios se apoderan de mí, y es que me pierdo en tus ojos mientras me dices lo contrario a lo que me cuentan.  Pero es que es tan sencillo ocultar la verdad, que me da hasta escalofríos, sin conocer parte de las cosas ya busco delirios que no encuentras por más que lees las palabras de otras personas que opinan. No sé que hacer, lo más sensato siempre es recular, ¿cómo adentrarse a un laberinto sin un mapa? ya que con anterioridad me he perdido en otros que no logré salir sin prescindir de una parte de mí mismo. En mi diario se conserva cada historia, cada poesía, cada novela ya pasada, pero la tuya ni siquiera la he escrito ya que esta vez el temor me controla, y me hace poner las barreras necesarias que nadie quiere saber porque el interés que desprendo no alcanza a otros. Solitario y borrego visto desde fuera es lo que se puede intuir, pero nada más lejos, mi laberinto no es complicado, pero tampoco es el más fácil, solo hay que acercarse para entenderlo. Pero bueno eso nadie lo ha intentado todavía, así que no tienes porque se la primera en hacerlo, para eso ya llegaran otras ocasiones… huir es más fácil que luchar siempre se dice que de valientes está el cementerio lleno, pero, ¿Dónde están los cobardes? Supongo que se encuentran escondidos en alguna cueva rechazando cualquier atisbo de encontrar lo que algún día pretendieron. Así que punto, me alejo y me oculto como uno de ellos, así por lo menos sabrás que nunca fui capaz de asestar un golpe, aunque es ridículo, intentarlo podría haber sido una buena experiencia para interpretar los sueños de un niño que creció entre melodías románticas que aun hoy resuenan en su alma. Por eso entiendo totalmente la hipocresía de tus palabras de la que una noche más me advirtieron tus ojos para hacer que me decida por la distancia.

Carta desde el destierro

¿Te acuerdas? Yo sí, hace tiempo que no nos vemos pero nunca olvidaré el olor que dejabas impregnado en mi cama, cuando pasamos la noche en vela solo mirándonos a los ojos, porque no necesitaba nada más que tú presencia para ser feliz. No sé, tal vez  he podido obtener lo que yo pretendía, que era pasar toda mi vida contigo. Ahora hace un tiempo que te has ido y aunque lo he superado no ha habido día que tu nombre no resonara en mi cabeza, no ha había un día en el que algún recuerdo aflorara sacándome alguna mueca de tristeza o de alegría, siempre fuiste los dos extremos. Recuerdo cuando me cantabas, recuerdo cuando tu voz era la única melodía que mi corazón sentía, que mi corazón requería, pero todo eso ya paso, lo sabes y lo sé, pero no quiere decir que quiera olvidarlo, no quiero, pues eres el mejor recuerdo que poseo y lo mantengo como un tesoro que jamás será profanado. Y es que te quise tanto, que  te añore tanto cuando te fuiste que el despecho me poseyó, borre mil palabras que te había dedicado, queme tus fotos, borré tú numeró, y ahora mírame inventándome una carta para desahogarme, inventando una vez más una historia sobre ti, mi gran dilema siempre has sido. Ahora te miró y veo como pasas cada mañana por mi calle, sé que tienes un nuevo amor, ni siquiera te paras a mirarme, ni siquiera un pequeño gesto, es como si para ti no existiera, pero no te culpo, nos divertimos y eso fue más o menos lo que tu querías, a pesar de que yo requería otras atenciones.  Lo siento, dejare esto en tu buzón, sí, en el buzón donde siempre recibes mis palabras, espero que tus ojos estén aquí y que esta carta no acabe en la basura, pues ya sería la segunda vez que arrojas mis sentimientos al contenedor del olvido, a sabiendas que mis ojos todavía se humedecen cada mañana que te veo pasar.  Porque aunque anteriormente citara “te quise”, realmente quise decir… te quiero.

Círculo eterno

Toda historia tiene un principio, pero no siempre tiene un final, el cuento que relato no puede terminar, pues el tiempo que transcurre no va más allá.

Una mañana un muchacho, sin ánimo de envejecer, corrió hacia la mar para exigirle a los dioses la inmortalidad. Pasaron horas y no obtenía respuesta, pero no desistía, el muchacho de allí no se movía. Cuando unos días pasaron, y exhausto en el suelo reposaba, un barco de vela se acercó a su vera. No era demasiado grande, una vela y un timón para dirigirlo, ya que extrañamente un viento estaba levantándose a sus espaldas. El muchacho casi a rastras se subió en él, y cayó en un profundo sueño, del que aun hoy no sabe bien si ha despertado.

Cuando recobró el sentido de aquel extraño descanso, se percató de su estancia en aquel pequeño velero, con su vela blanca y el timón desorientado, dando bandazos, haciendo que aquella pequeña, pero hermosa embarcación no fuera estable. A su alrededor solo avistaba el océano, sus ojos se perdían en el horizonte, que no parecía tener final ya que ambos azules, el del mar y el del cielo, se fundían en uno. Pero no tuvo miedo, agarro el timón con todas sus fuerzas y estabilizó el velero. El viento que aún era su compañía, le hizo avanzar varias millas en pocas horas, y en sus pensamientos la sensación de libertad que inspira el mar. No padecía fatiga, pues el hambre a él no le parecía afectar, en su mente la idea de la inmortalidad, era suficiente para continuar. 

Tras varios días navegando, y con su afán de avanzar, avisto tierra, y hacia ella puso rumbo. Encalló en una playa de arenas blanca, en donde la vista se perdía pues de cerca nunca lograba avistar el fin de la arenas. Una vez bajo del barco, recorrió la playa hacia un lado y nunca encontró su final, volvió sobre sus pasos extrañado, eso no podía ser normal, pero hacia el lado opuesto no encontró otro resultado.

Cuando intento encontrar su velero, este ya no estaba, la inmensidad de aquella playa le había hecho perderse. Desesperado busco sin descanso, pero ya ni siquiera el mar veía. Sin entenderlo, se encontraba en medio de un desierto del que no había constancia en ningún mapa conocido en aquella época, y no le quedó otra que avanzar. Perdió la noción del tiempo, y de aquel vasto lugar no lograba escapar, hasta que llegó el momento, en el que su mente dijo “basta” y se paró a meditar. El tiempo parecía estar estancado, su única noción era el bello de su rostro que había crecido como nunca habría imaginado, una larga barba oscura le había dominado por completo su rostro, ya no parecía un muchacho, pues parecía algo mayor, se dio cuenta que su cuerpo no funcionaba igual, y también que aún no poseía la inmortalidad, pero que aún su viaje no iba a terminar, comprendió que si algo se quiere, se tiene que luchar, pues el mundo no regala nada, se lo tenía que ganar. Cuando ese pensamiento rondo su cabeza el muchacho desmayo y en un lugar sin precedentes vino a despertar. Pues un bosque de árboles gigantes, su vista fue lo primero en contemplar, reposaba sobre las hojas de aquellos extraños árboles que parecía que su lecho habían construido a consciencia para que pudiera descansar y esto al muchacho le dio que pensar.

Pensaba y pensaba, pero las respuestas nos llegaban, hasta que en un momento de ira, precedida por su incomprensión, grito en el bosque:
-         
¿    - ¿Qué queréis de mí? –grito sin alguna esperanza de obtener respuesta-.

-         -   Que entiendas, que lo que has pedido no es ninguna bendición pues más allá de la razón de los mortales va la vida eterna.  Aun no has logrado comprender tu petición, y tu viaje no ha hecho más que empezar, pues hasta que no logres entender la magnitud de tus sueños no podrás nada reclamar –sonó un susurro en todo el lugar de fácil compresión pero no había nadie que esas palabras pudiera lanzar-.
-         
            - ¿¡Eso que significa!? –grito el muchacho de nuevo pero ninguna respuesta se dio-.

El muchacho extrañado no entendía nada, no sabía si soñaba o si era la realidad, el bosque era oscuro, apenas pasaban los rayos del sol debido al volumen de las copas de aquellos gigantescos árboles, que por cálculos aproximados de aquel hombre, cincuenta metros podían alcanzar.
-         
      - Avanza… -otro susurro sonó-.

Esta vez el muchacho sin demasiadas dudas avanzo, sin dirección ni destino pero no podía fracasar, pues su empeño era indestructible, no daba lugar a fallar, y las señales le venían solas era imposible su camino errar. Avanzando por aquel bosque se percató que su barba ya no estaba, y que su cuerpo no estaba más cansado, volvía a ser el mismo que cuando embarcó.

Se adentró por el bosque en línea recta, pero al mismo punto volvió, pues su lecho de hojas volvía a divisar, cambio de rumbo y otra vez al mismo lugar regreso, una y otra vez lo intentaba con mismo resultado todas las veces, sus pensamientos eran extraños, pues parecía que volvían al principio, como si se reiniciara su cabeza, y volviera a emprender el camino, pero sin perder recuerdo alguno, era inexplicable. Comenzó a marcar los árboles para ver si así resolvía el misterio, pero lo intento tantas veces que llego un momento en el que todos los árboles que miraba estaban marcados, no llevaba la cuenta de sus marcas, pero por aproximación había marcado unos quinientos árboles, y eso le hizo llegar a una respuesta lógica, pues aquel bosque no se extendía de manera normal, sino que era circular, no tenía principio ni final por lo que una salida nunca lograría alcanzar. Una explosión sonó a su diestra y el humo colmo su vista, cuando se despertó una mesa con dos sillas se había aparecido.
-         
      - Siéntate –el susurro volvió-.

Después de lo vivido el joven ya no se preguntaba sobre lo sucedido. Acataba lo que escuchaba como si de órdenes se trataran.

En la mesa aparecieron suculentos platos de comida, pero nuestro protagonista no tenía hambre, cosa que no entendía pues llevaría días sin comer. Del bosque surgió una figura humana que se acercaba hacia él, cuando se pudo hacer visible, era un anciano decrepito, calvo y con una barba que apenas permitía ver si estaba vestido, pero cuando se vio su perfil, su espaldas estaba desnuda, así que el muchacho dio gracias por su extensa barba que cubría su cuerpo.

El viejo decrepito no soltó ni una palabra, comenzó a comer, el muchacho desconsolado intento probar bocado, pero la comida no le entraba, y se tuvo que conformar con ver el gozo de aquel anciano. Cuando la comida el anciano había devorado se dirigió al muchacho.
-         
       - ¿Qué has aprendido del bosque? –pregunto el anciano-.
-          
             - Que es una trampa para la mente, no tiene principio ni final, por lo que siempre acabaras en el mismo lugar.       –respondió el muchacho-.
-          
       - Y, ¿Qué quiere decir eso? –cuestionando su respuesta el anciano le respondió-.

El muchacho miro al anciano con incertidumbre no entendía la pregunta, y se limitó a callar.
-         
       - ¿Callas?, no has entendido nada… bueno te lo voy a explicar.  El bosque si tiene un principio, pues partiste de un punto, es como la vida, estaba mucho antes de que tú nacieras, muchas cosas han pasado antes de tu “principio”. Pero, exacto, no tiene final, igual que la inmortalidad, deberías entender que si la vida eterna quieres obtener, tu vida como este bosque no tendrá otra finalidad, más que girar por el mundo una y otra vez, pues la vida del individuo debe concluir alguna vez, sino concluye, ¿Que alicientes tendrás?, conseguirás todo lo que anheles, pero ¿Después que harás?, vagaras por el mundo como alma en pena y ninguna persona encontrarás que perdure contigo. –anciano-.
-          
              - No necesito a nadie, quiero perdurar más allá del tiempo, pues la muerte es mi temor y es insoportable para mí, por eso mi anhelo más grande es la inmortalidad, y lo que conlleve estoy dispuesto a asumirlo por encima de todo. –muchacho-.
-          
              - ¿Qué has sentido cuando me has visto comer?, acaso ¿no te has desconsolado? –anciano-.
-          
              - Si –respondió el joven-.
-          
               - No necesitas comer, eres inmortal, tampoco necesitaras otros tantos placeres, tu cuerpo jamás morirá, debes entender que tu petición trasciende más allá de tus sentidos, y que lo que añoras, que crees que perderás en la muerte, ya jamás lo volverás a necesitar. Tu concepción del mundo nunca será igual, pero si tu camino hacia la inmortalidad quieres continuar ve hacia esa puerta, allí encontrarás lo que buscas. –le enseño el camino y se esfumo haciéndose uno con la niebla-.

Una vez desaparecido el anciano, la puerta se dispuso el joven a atravesar,  pero cuando estaba a punto de tirar de ella, su mente empezó a cuestionarse las palabras de aquel anciano decrepito, que aunque le pareció un poco estúpido su pensar, un trasfondo tenia sin dudar. Pues más sabio que el anciano, nunca a nadie había conocido, pero la ignorancia del joven, hizo que en aquel momento no lo entendiera y aunque con dudas atravesó la puerta.

Atravesó la puerta, y volvió al muelle, donde había cogido el barco de vela, se levantó del suelo y se preguntó si había vivido o soñado aquellos sucesos. Camino hacia el mar esperando respuesta pero nunca la encontró. Volvió a su casa y se dispuso a vivir, pero transcurrieron los años y nada comió, ni siquiera envejeció, por lo que la inmortalidad, le había sido brindada, así que no necesitaba echar raíces en ningún lugar, recorrió el mundo entero, con el paso de los años coleccionando reliquias hizo dinero, y pudo conseguir todo lo que quería, leyó miles de libros, y empezó a comprender todos los secretos, pero vacío se sentía a cada paso que daba, pues época tras época veía los mismos errores de sus iguales, guerras, amores, amistades, y demás relaciones.

Cuando ya lo había visto todo, siempre salía algo nuevo que le provocaba curiosidad, eso le permitía vivir sin preocuparse demasiado, pero todo aquel que había conocido había muerto, y aunque nunca quiso encadenarse a nadie, nadie le conocía, nadie reconocía quien era, y siempre tenía que volver a empezar. Una vez visto todo el mundo, elegido un lugar para establecerse, pensó que, mil años habían pasado, desde su encuentro con aquel anciano, el cual posiblemente ya estaría muerto, pues por sus palabras rechazo la inmortalidad.

Cuando se estableció en un emplazamiento tenía una casa enorme pues el dinero le sobraba, y harto de la soledad se intentó integrar en la sociedad. Pero siempre huyendo de establecer relación con nadie, pues sabía que para ellos la muerte llegaría, y que si lazos construía la eternidad le castigaría. Pero todavía le quedaba una lección por aprender, pues que la vida no se puede controlar, el futuro nunca había estado escrito, y él no se lo había planteado de esa manera, las casualidades existen y cambian la percepción. Conocía la historia casi al completo del pasado, sabía que como aquel bosque iba en círculos repitiéndose una y otra vez,su única carencia era su desconocimiento en el amor, pues llega sin avisar, y esto nunca nadie se lo advirtió.

Una mañana paseando por las calles de aquel pueblo en el que fue a recalar, una joven hermosa se cruzó en su camino, no podía describir el sentimiento que le provoco la belleza de aquella muchacha pues nunca había estado lo suficiente en un lugar para colgarse de alguien, pero de aquella muchacha nunca se olvidaría.

Después del día que divisó a la joven, por primera vez, iba cada mañana a verla pasar, por miedo nunca decía nada, y su vida entera comenzó a basarse en aquella joven, que había robado su amor. Un día la muchacha se le acerco, y le saludo, a partir de ese momento una conversación entablo, pues la joven también pasaba por allí para verlo y eso cambió al muchacho para siempre. Cada día iban a verse, y de ella se enamoró, igual que ella se enamoro de él, hasta que a su casa juntos fueron a vivir, tuvieron un hijo y su vida durante los primeros años paso con normalidad, pero ella se comenzó a preguntar por qué su amado no envejecía y cuando le pregunto, el no supo responder, y por miedo la abandonó, le lego toda sus riquezas y simplemente desapareció. Recorrió el mundo jurándose no volverse a enraizar, pero los pensamientos de su amada no le dejaban en paz, cada cierto tiempo, volvía aquel lugar, para su familia, poder observar. Cuando cincuenta años después volvió, su mujer ya era anciana, y su hijo ya le había dado un nieto.

Años más tarde volvió y a su amada no diviso, pregunto por ella pero en el cementerio fue donde la encontró, lloro desconsolado, pero a su estirpe siempre cuido. Paso la eternidad observando a su descendencia y añorando el día en el que se enamoró.

Los años pasaron y el caos desoló el mundo siendo el único ser humano que quedo en la faz del planeta, sin ningún aliciente simplemente se recostó para emular la muerte que había llegado anhelar, lo cual nunca se imaginó. Creció un bosque sobre él, y en árbol se convirtió, para mayor desconcierto en aquel bosque creció, donde el anciano todo le contó, al convertirse en árbol un deseo se le concedió y su deseo fue la mortalidad desde el punto en que su amada conoció, pero ese deseo no se le cumplió, dejo de ser árbol y vago como humano en el bosque, en el que envejeció, ya que el bosque estaba en otro plano de existencia que ningún otro ser había vislumbrado. Cuando aprendió a vivir en soledad, un lecho con las hojas se fabricó, se despojó de sus ropas, su barba creció y su pelo desapareció, vagaba por aquel bosque ignorante de su imagen,  hasta que un día volviendo a su lecho un muchacho observo recostado en él, y se dio cuenta de que su deseo quizás nunca entendió, pues era el mismo la primera vez que el bosque visitó, le susurro las palabras que de joven escucho y por arte de magia la niebla de nuevo, surgió. La misma mesa donde antaño se sentó apareció y comprendió que hacía mucho tiempo que no degustaba tales manjares así que simplemente se sentó y comió. Cuando acabo repitió la conversación, pues sabía que dijera lo que dijera, ya la decisión había sido tomada, sabía que aquel joven entendería algún día las palabras ya que el mismo era quien estaba frente a él algo que no le extraño pues el circulo de la inmortalidad había llegado a su punto de partida. 

Poco después de que el muchacho que el había sido se marchara, en su lecho reposó, y se dio cuenta de una gran verdad, que posiblemente, nunca se equivocó pues con el recuerdo de su amada sus ojos cerro para volver a ver su sonrisa, para volver a sentirla, al poco falleció y mientras la vida se escapaba de su cuerpo sintió entre delirios el calor del amor que una vez afecto a su cuerpo.
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jueves, 21 de noviembre de 2013

¿Por qué no soñar?

Imagina un mundo en el que nadie sufra, en el que nadie llore, sería un mundo en el que valdría la pena vivir, no en este desconsiderado mundo donde nos usamos unos a otros de escalones, donde nada importa con tal de conseguir nuestro objetivo. Nada importa si llegas a la meta antes que los demás. A veces miro al horizonte y veo esperanza en mis semejantes con acciones que se anteponen a esa extraña lógica de la lucha por el poder. Pero creo que eso es imaginar demasiado ya que por mucho que se intente nunca se conseguirá, es una tontería pensarlo pero porque no cerrar los ojos y visualizarlo, intentando tender una mano al de al lado aunque sea diciéndole algo positivo que le ayude a afrontar los días con una actitud positiva, quizás se formaría una cadena y nos encontraríamos con nosotros mismos, un grano de arena que está contribuyendo a realizar un desierto mejor del que ya está. Sueños estúpidos que serían tan fácil de realizar, aunque siendo realista sé que nunca sucederán. Pero, ¿Por qué no soñar?.

Tontas intenciones

Suspiro que esconden miradas
en la triste soledad
lejanas intenciones
pero cercana curiosidad
sueños mojados
relatos que no suenan
inviernos oscuros
que mis sabanas no conocerán
alaridos sin sentido
que llegan desde el mar
movimientos que no miro
pero quiero recrear
no pienso que me pierdo
no me dejo llevar
siempre intento evitar
miedos ocultos
que bañan mi realidad
en ríos de nostalgia
que nunca se contarán
despedida anticipada
que llego sin saludar
hasta el fin del momento
no lo quise asimilar
hasta llegado al lugar
donde nunca debió pasar
aquel triste encuentro
que no puedo olvidar
que debo descartar.

Despertar

Una mañana te despiertas y rompes con todo, intentas olvidarte de todo lo que te rodea, te adentras en un mar de silencios para no corromperte en tus ideas. Miras a tu alrededor mientras nadas y ves que la nada es tu aliada, en ese mar donde la vida y la sociedad abundan por su inexistencia, lo que te provoca una sensación de calma que no puedes asimilar del todo, porque aunque no quieras, tu cabeza y tu cuerpo siguen funcionando, haciendo imposible la completa unión con tu propia paz interior. Y mientras te descompones en mil pedazos para armar correctamente ese ‘puzzle’ que llamas vida, las imágenes empiezan a flotar a tu alrededor, momentos alegres a la par que tristes, situaciones que no recuerdas pero están ahí, por ejemplo, algo tan insignificante como una sonrisa que te dedicó algún desconocido un día cualquiera, esas cosas siempre solemos descartarlas para ocuparlas con otras a las que damos prioridad. Así se empieza a salir de la calma, preguntándote, hacia dónde vas, que puedes hacer, si aquello está mal, si lo otro está bien, no sé, si pudiera darme un consejo sería cerrar el libro y empezar uno nuevo cada día, continuar los cimientos que te hacen agitarte por la curiosidad y descartar aquellas cosas que realmente no te aportan nada más que delirios camuflados en una era digital, tan fría, pero a la vez tan cotidiana que empezamos a confundirla con la realidad. Y es que en realidad es tan sencillo, es tan fácil, mirar hacia adelante pensando que algo mejor va a suceder, ya sea en un corto periodo de tiempo o a largo plazo, pero siempre con los pies en el suelo, ya que la vida no es un cuento de hadas y el sufrimiento va ligado a la misma. Por eso, debemos intentar asimilar las oportunidades, vivir sin arrepentimientos y sacudirnos de lo malo, disfrutar los buenos recuerdos sin llegar a rozar la nostalgia, ya que puedes anclarte en algo que ya sucedió y aunque forma parte de tu ser, no forma parte de tu presente, que es donde vives, en el presente, ese bendito regalo que puede cambiar en cualquier momento sin avisar. Para concluir, pensar que lo más sensato cuando la tristeza te llama, es olvidarla y olvidar que la has olvidado para ver el amanecer que nos regalará cada mañana, en este extraño circulo vicioso al que llamamos vida.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Incontrolado

Cuando menos lo esperaba apareció ella bajo mi ventana, vestida tímidamente, aunque bajo aquella abultada y protectora ropa se podía intuir el contorno de sus curvas que a mí me perturbaban de manera que no me fije en su fingida y nerviosa sonrisa. Le abrí la puerta y le di dos besos, uno en cada mejilla, con suavidad, dándole a entender que aunque sabíamos a que venía no iba a ser frío, no iba a ser una vez más de las que al día siguiente te arrepientes, porque a veces aunque en los temas del sexo la crudeza excita, en mi terreno la ternura siempre tiene lugar.
Entro en mi habitación y comenzó a examinar todo a su alrededor buscando pistas sobre mi persona, buscando algún dato que le diera una excusa para irse, pero no lo encontró.
Conversamos un rato y decidimos meternos en la cama, hacia frío, pusimos una película y ahí comenzó el delirio. Mis manos bajo la manta comenzaban a hacer círculos en su espalda, ella se mostró un poco inquieta, pero no me paro, ya que en su cara dos controvertidas expresiones me deleitaban, placer y nerviosismo. Al cabo de un rato de subir su temperatura con  mis manos, el nerviosismo desapareció, y tímidamente me acerque con mis labios a su cuello, su respiración comenzó un poco a acelerarse, e intento participar, pero no la dejaría, me había decidido a hacerla disfrutar, le dije que se relajara, y asintió, lo que me llevo a continuar con mis labios recorriendo todo su cuerpo, sin prisas, no existía mañana solo aquel instante, tan esperado, y a la vez tan extraño.  Cuando no pudo más, se abalanzó sobre mí, nos fundimos en un primer beso que no esperaba, tan apasionado, tan único, no sé como describirlo sin darle entrada a la perversión. Ella a medida que el beso transcurría, se envalentonaba y sus manos buscaban partes de mi cuerpo prohibidas, partes que no querían aun participar, pero ella las requería, yo encontré de nuevo su cuello, y me deleite en él, me deleite de tal manera que su respiración comenzó a ser intensa, tanto que las zonas prohibidas llegaron a ver la luz, yo con mis manos ella con las suyas, nos dimos de bruces hasta que la agarre con fuerzas y la arrastre hacia mí, la conexión fue inmediata. Nuestros cuerpos eran uno, los gemidos resonaban en toda la habitación, la excitación era descomunal, pareciera que llevábamos toda una vida conectados, pero no, era la primera vez que se veían a solas, y eso nos les preocupaba ya que siempre todo fue mi claro. El tiempo pasaba y no parábamos, era como si la vida nos fuera en ello, movimientos que desataban el placer más exquisito, su deslumbrante cuerpo sobre mí,  que más podía pedir, nada, porque no podía ni pensar, me estaba volviendo loco, y no podía contenerme…


Entonces abrí los ojos… miré a mi alrededor y estaba solo. Había sido un sueño, ya que esto solo podrá ocurrir en mi imaginación. Ya que esos besos nunca se podrán probar en lo que es mi estúpida realidad.

La indecisión en un suspiro

En una noche pueden pasar muchas cosas, sobre todo en una que no debió existir, ya que se había tomado la decisión de no hacer acto de presencia, de no estar en aquel lugar, pero instantes después de que la decisión se había tomado, se fue al traste por terceros en un arrebato de chantaje emocional, que no sabes repeler, por lo que al final acabas cediendo a la presión. La noche transcurre como siempre, nada del otro mundo, reunión en un palmo de terreno para acabar con las existencias que nos envalentonan ya que en nuestro estado común somos un círculo cerrado. Pero las existencias disminuyen y aparecen agregados, otros que esperabas porque aprecias su compañía, otras sin embargo que ni sabias de su existencia aun ya habiendo coincidido, pero bueno, las cosas pasan por algo. La compañía inesperada se convierte en el juego de aquella fatídica noche que desembocaría en algunas tonterías que no comprendí en ese instante, ni comprendo ahora y dudo que llegue a comprenderlo. Pues es que sin buscarlo, sin esperarlo, algo en mí que creía apagado, se encendió levemente, cediendo un poco a la esperanza, pero siempre con los pies en el suelo, porque por mucho que la atención sea requerida por otros nunca sabes por donde va el juego. Y así transcurrió, sin más, un encuentro inesperado, interesante, pero que nunca debió haberse dado, ya que el terreno en el que adentraba consistía en dosis de indecisión de cabo a rabo. Así que entre juegos absurdos y situaciones desconcertantes paso esa noche con el recuerdo único de curiosidad ante aquel inesperado desvelo que me provocó esa noche en la que Morfeo no me recogió en sus brazos.


Los días siguientes, la claridad se hizo hueco, lo que provocó dudas, demasiado fácil, demasiado cortante, no sé, no habría podido intuir la situación que se me venía encima ni rogándole al cielo por ello, pero bueno, sucedió y no hay porque lamentarse ya que mi tendencia a la negatividad me protegía, pero pasaron más días y comenzó una especie de conversión en mis pensamientos, pero también del otro lado comenzaron dudas. Jugamos un juego peligroso, porque en algún momento alguien querría dar definitivamente el paso, pero siempre adelantándome a los acontecimientos sabría que sería yo. Pero cuando mi decisión estaba tomada, mi querida enemiga en esta guerra, comenzó a divagar, comenzó a dudar, comenzó a darme señales de que lo que yo ya intuía, iba a suceder, y sucedió. Echó la culpa a otras cosas, echo la culpa a mil cosas por cobardía de no contarme que realmente no sabía la verdad, y pienso yo, para que tanto paripé, para que tanta historia, entonces analizando entendí que para ella no era fácil, y me resigne, me resigne a darme cuenta de que todo había sido un caso extraño, un caso que le puede pasar a cualquiera, a cualquier que se enfrenta a ella, así que cierras los ojos, lo piensas, le das la razón y sin rendirte una vez más lo intentas, pero no da resultado así que le dices “adiós” a esa indecisión que surge de un suspiro.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Extraño el razonamiento

No puede ser
eres la vida
eres el sueño
la típica anécdota
sonrisa de día
llanto de noche
existencia del cielo
ángel en llamas
por ti, deseos
incluso algún lamento
efímera y risueña
siendo un beso
siendo un beso
beso que quiero
aunque lo tengo
no lo observo
quizás no existe
para mi aquello
que siempre siento
que siempre pienso
que nunca obtengo
porque es difícil
reconocer tu cuerpo
en la penumbra
de la soledad
que llevo adentro
porque no estas.

Sin contar lo que siento

Escuchando una canción me di cuenta de lo que siento, el delirio que provoca la sensación del roce de tu cuerpo, cuando en la oscuridad de la noche, entre las sabanas te encuentro, entre gemidos de placer que a nadie cuento. Te diría lo que pienso, pero te asustarías, ya ves, esto no es un cuento donde todo es perfecto. El silencio me mata, pero el tiempo no voy a desaprovechar  los momentos que compartimos, aunque los anhelo, no quiero que esos sentimientos lleguen a tus oídos, pues las alas de tu cobardía, están siempre alerta, por si escuchan un te quiero, alejarte para que no se haga de día. Es que eres tan orgullosa, es que eres tan decidida que sabes lo que quieres y no te importa lo que yo te pida. Así que mi secreto será eso, un secreto que me guardo hasta que a mi lado Morfeo te lleve al mundo de los sueños, porque a tu lado, en el exterior, yo velo por tí para grabar tu imagen para las noches donde la soledad es mi más fiel aliada.
Cuando duermes eres tan hermosa, que un poeta sería incapaz de plasmarlo en un papel con palabras, ni siquiera una foto podría captar al completo tu esencia, porque no solo es tu belleza, también es tu olor, incluso el sonido de tu respiración lo que a mí me desvela, lo que a mí me enloquece, lo que a mí me hace pensar que si tuviera que elegir, elegiría un minuto contigo descartando todos los años que pueda vivir sin ti, porque te quiero, a pesar de que en tus pensamientos, solo mi cuerpo sea el que te quita el sueño.

Lamentos que sustituyen a los sueños

Una mañana, al despertar, me di cuenta de que el tiempo había pasado, no le di mucha importancia hasta que llegue al espejo para admirar mi reflejo. Ante mí ya no estaba la imagen predeterminada que recordaba, ante mí la vida había pasado apenas sin darme cuenta. Había perdido muchas cosas y ganado muy pocas, había caminado cientos miles de kilómetros sin recordar nada que valiera la pena, exceptuando una serie de personas que siempre están en mi día a día, aunque estén lejos o cerca, siempre están presente. Pero siendo honestos, al único que no encuentro es a mí mismo, a esa persona que miraba la vida a los ojos para enfrentarla, de esa persona ya queda solo el recuerdo, y cada día se diluye más entre decepciones que no reconozco por no preocupar a nadie. Es una mierda, porque sientes que todo el mundo está por encima de ti, no te valoras, lo que provoca que nadie te valore, aunque tus actos sean nobles, sientes que el mundo te escacha por ser la sombra de lo que fuiste, pero no te escacha el mundo, porque de hecho eres tú mismo quien lo permite, así que realmente el que se escacha eres tú mismo. Ojala pudiera dar un consejo ante esa sensación, pero todas las respuestas me resbalarían, porque no tengo el manual para encender la motivación que me conduzca al cambio radical de mi actitud, y si yo mismo no puedo ayudarme, no puedo ayudar a nadie más. Es triste ser consciente de una realidad, que por una cosa u otra no te permites cambiar, una realidad que ves desde lejos siendo tan tuya que es ridículo que el cambio no se lleve a cabo. No lo entiendo, ni podré entenderlo nunca, tal vez necesite a alguien que sea mi guía, aunque eso también es absurdo, porque no puedes depender de nadie para salir adelante, porque nadie dura toda la vida, todos pasamos por la misma absurda realidad que nos ha tocado vivir, y bastante tienen los demás para fijarse en alguien que ni siquiera hace por sí mismo, así que la decisión puede ser fácil, rendirse y dejarse morir en el altar donde un día en vez de lamentos había sueños.

Lo que mis palabras te cuentan

No me preguntes, no pierdas el tiempo, solo escucha lo que mis palabras te cuentan. Te conocí una mañana, y te fuiste una noche, sin decir adiós, solo un triste beso en la mejilla que me valió para entender que tú presencia ante mí no se repetiría… es triste decir adiós, creo que por eso lo obviaste, pero tal vez nuestra efímera relación merecía algo más, casi todos los finales de las historias que conozco son más espectaculares, pero este no, este fue sencillo, tan sencillo que se clavó en mi corazón como una lagrima en un papel, posiblemente se seque, pero siempre permanecerá en el mismo lugar donde se depositó. Pero se supone que todo es así, historias comienzan, otras acaban, otras simplemente no se cuentan, esas son las mejores, porque permanecen escritas en el interior de las personas que las vivieron, sin mayor trascendencia que la de un recuerdo que vive en ellos.
Desde aquel solitario pero cálido beso en la mejilla, mis noches se han hecho largas, incluso he llegado a derramar lágrimas por tu ausencia, mirando hacia el cielo buscando una respuesta desde mi ventana, pero esta nunca llegó.
Escucha cuando te digo que lo que siento por ti va más allá de lo terrenal, pues sentía que la conexión que existía entre ambos era mucho más, mucho más de lo que quieres reconocer, porque sé que temes estar cerca de mí, porque puedes volver a caer, pero tu parte racional no te deja fijarte en un ser tan oscuro como yo. Pero lo siento, porque tendrás que escuchar mis divagaciones una vez más, una vez más para que comprendas que no te culpo, ya que entiendo que soy complicado y meterse en una aventura conmigo tiene tantos riesgos que puede peligrar incluso tú cordura, pero no tengas miedo, no te pediré que vuelvas, porque aunque el silencio de mi cama me ametralla a que me arrodille suplicándote que vuelvas, no pasará, porque siento que estarás mejor sin mí, aunque te pertenezca, y mi almohada me relate historias en las que tu estas ahí, en esos sueños donde todo es de otra manera.

Desde que te vi, lo supe, desde que te vi, te quise, y ese amor no puede reflejarse en ningún lugar más que en tu interior, si acaso escuchas, lo que mis palabras te cuentan. 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Dejar de molestarte

No quise hacerte sentir así
jamás quise incomodarte
lo siento por sentir esto que llevo por dentro.

No sabes cuanto me duele mirarte y no poder tocarte 
que aunque para ti mis cosas sean insignificantes
para mí son demasiado duras.

Perdón por los momentos que dices
que no estás enfadada
sé que si lo estás y que tal vez me haya equivocado.

Equivocado porque no puedo ser egoísta
cuando sé que tú ni te das cuenta 
de lo mucho que a mí me haces sufrir.

Sé que nunca estaré contigo ni de lejos
lo sé porque me tratas con indiferencia  
también por lo distante y tajante que eres conmigo

Pero  no entiendo porque aun así te pienso
no tengo derecho de sentir lo que por ti siento
seguramente no te lo mereces.

Aunque por mi voz nunca escucharáss
esto que llevo aquí, muy adentro
sé que lo sabes porque mis palabras relees.

Estúpido de mí que se dejó llevar
para dejarlo crecer cada día más
aun sabiendo que nunca, nunca será mutuo.

¿Porqué sentir algo así por alguien que sabes que no será tuyo?
¿Pero para que ignorarlo? no pedí sentir esto
No elegí mirarte como si en tu belleza estuvieran todas las respuestas.

No pedí esta sensación
sobre todo por alguien que no me mira
quisiera poder olvidarte.

A veces pienso en odiarte
pero sé que lo que odio es quererte 
es un suplicio que debo conllevar.

Sé que no me quieres
y que mi adiós debería llegar pronto
pero es que no logro resignarme.

Me siento raro,
no esperaba sentir por alguien esto
parece que fuera la primera vez que me pasa.


No te preocupes por mí si ves que me despido
pues prefiero olvidarte
si así dejo de molestarte.



jueves, 31 de octubre de 2013

Un día cualquiera

Las nubes habían abarrotado la ciudad en un momento algo extraño de mi vida. No sabía si las acciones tomadas en días pasados habían sido las correctas, pero no tenía tiempo de preocuparme. Con el tiempo frío, realmente, mi cuerpo funcionaba mejor, me sentía más capaz, más fuerte para afrontar las horas venideras de aquel día en el que la soledad de mi almohada no sería una realidad. Y es que cuando las cosas parecen mejorar los pensamientos van desapareciendo de tu cabeza, es como si el combustible de la realidad difusa se fuera transformando en una energía renovable, inagotable. La verdad, no sabría describir una sensación de autoestima similar, pues hace mucho que no recuerdo lo que era, pero sienta tan bien…. Luego de pensar en mi vida llega su pensamiento, llega ella, la mujer que hace que mi mundo se pare ya sea gris el día o soleado, en las noches de invierno o de verano, es como la alergia en primavera, ineludible para aquellos con asma. Y aunque sea un grano de arena en un desierto, sé que no me ve así, tampoco soy su desierto, pero podría definirme como una duna que le gusta escalar en sus horas muertas. Y así, concluyo mi extraña reflexión acerca de un día cualquiera en el que se puede decir que doy gracias por volver a ver una sonrisa en el espejo.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Capítulo 1: Fantasía delirante

Como no tenía una idea clara, separe en partes mi cerebro, dejé a la imaginación crear a su antojo desprendiéndome de su control, dejando sus creaciones visibles para mi parte consciente, así nunca sabría que me depara mi parte imaginativa, lo único que no debía perder era la noción de la realidad, o permanecería en un estado similar al coma de por vida, atrapado en mi mente. Respiré y me adentré en lo profundo así que desconecte y lo que pasa a continuación es una ficción que aun a mí me cuesta describir, porque sin saberlo entre en un lugar que nadie jamás debería visitar.

Recuperé la consciencia y me encontraba en el camino que había citado anteriormente, sus prados púrpuras y sus árboles de copas azules, a diferencia de antes el camino estaba lleno de flechas iluminadas de colores que indicaban rumbo el norte. Seguí esa dirección por el camino verde con tintes de la iluminación. Caminé durante horas buscando un destino pero nada cambiaba, las flechas continuaban y los árboles se iban multiplicando en número a cada paso, no había sol, la luz ya no parecía venir de ninguna parte especifica pero se iba apagando a medida que los arboles cortaban su paso, hasta tal punto que solo me iluminaba la luz de las flechas que marcaban el camino. Me adentré tanto que ya apenas se divisaba el camino, la oscuridad rondaba a mí alrededor.

Comencé a tener la sensación de que algo me observaba, pero no tenía miedo, estaba dentro de mí mismo, siempre resultaría ganador y era prácticamente imposible que algo pudiera hacerme daño. O eso pensaba. Avancé en el camino, y al fondo divisé unos ojos brillantes, una mirada penetrante. La curiosidad me dominaba. Me acerque. Pero desapareció en la oscuridad nuevamente, quedé decepcionado ya que no entendía porque mi mente solo me dejaba vagar por aquel paraje que yo mismo había creado, pues realmente, tenía otras expectativas. Seguí y seguí, hasta que la desesperación comenzó a apoderarse de mí, que coño pasaba, no entendía nada, debería estar viviendo aventuras, rescatar a una doncella o miles de historias que imaginé tiempo atrás cuando soñaba para escapar de mi realidad, por eso había aprendido a dominarme, pero al perder el control todo era inestable. El camino seguía, me irritaba, hasta tal punto que arranqué una de las flechas y comencé a golpear la oscuridad, estaba tan dura como un muro, y entonces se apagaron las luces de los neones y quedé en completa oscuridad. “Diablos”, pensé. Comencé a arrepentirme de haber separado mi subconsciente de mi mente, ahora era preso en mi propia cabeza y no parecía que me fuera dejar escapar tan fácilmente, así que intenté despertar, pero me resultó imposible.

De pronto la oscuridad se desvaneció, la claridad me deslumbró unos segundos hasta que me adapté y divisé el paisaje a mi alrededor me encontraba en una aldea, llena de personas de caras borrosas. Nadie me miraba, pasaba desapercibido, hasta que una de esas personas se acercó ferozmente hacia a mí y me golpeó en la cara con el puño cerrado dejándome inconsciente en mi propia consciencia. 
Desperté en una cama de paja en una casucha con tejado de madera y paredes de piedra, una chimenea al frente de la cama con un fuego encendido, al lado una mesa con una silla de mármol, en la mesa un papel y un lápiz. La puerta estaba cerrada, me levanté a intentar abrirla pero fue en vano. Me acerque a la mesa, y observé el papel, estaba en blanco, el lápiz estaba recién afilado, el frío se hacía notar, así que intenté mantenerme cerca del fuego.

Cogí el lápiz y en el papel escribí mi nombre, inmediatamente aparecí yo mismo ante mí, mirándonos con caras de perplejidad, era una copia exacta. Borré mi nombre y mi otro yo desapareció. El frio me hacía tiritar, incluso junto al fuego. Volví a escribir en el papel, esta vez escribí “abrigo”, y un abrigo me rodeó el cuerpo proporcionándome calor. También tenía hambre, por lo que al lado escribí “comida”, un plato de carne con guarnición se plantó en la mesa acompañado de una botella de vino, una copa y los correspondientes cubiertos. Me paré a comer hasta que quede harto, parece que la medida de la comida era la exacta porque no quedó ni un resto en el plato.

Se abrió la puerta y desapareció el papel, entró una joven, apenas cruzo palabra conmigo, era diferente a los demás que había visto en la aldea, ya que su cara no era borrosa, la observé durante un rato solo se limitaba a recoger la choza aunque ya estaba recogida.

- ¿Qué haces? –le pregunte extrañado-.

- Nada –respondió-.

- ¿Quién eres? –Pregunté aun sabiendo que era producto de mi mente-.

- ¿No me reconoces? –Contestó con otra pregunta-.

- No, no te reconozco –dije-.

- Busca en tu interior y hallarás la respuesta, pues eres tú el que me ha traído para ayudarte a 
entender lo que pasa –contesto con aura de misterio-.

- No lo entiendo no he escrito en el papel nada –respondí-.

- Soy aquella que buscas pero aún no has encontrado, soy aquella que puede devolverte a la realidad, ya que ignoras cosas de ti mismo, mejor que las descubras, pero estás en peligro es mejor que te prepares. Coge el papel. Necesitarás algo para defenderte  –dijo desvaneciéndose en la niebla que entraba ahora por la puerta-.

El papel reapareció junto con el lápiz, no entendía bien las palabras de aquella extraña mujer que parecía ocultarme algo, pero era imposible, era mi cabeza como podía existir alguien que no conocía, como podía siquiera saber a qué se refería con defenderme. Así que me pare a analizar la situación pacientemente. Me conocía a mí mismo, tenía que saber la respuesta, pero no la sabia.

Después de un rato de meditar, en el papel escribí “espada” y “armadura”, al instante una armadura brillante de oro cubría mi cuerpo, el yelmo era idóneo para mi visibilidad, la espada, era elegante y alargada, no pesaba demasiado por lo que la manejaba como si fuera una pluma. Salí de la casucha. Al salir, la niebla era densa, apenas se veía a dos metros de distancia de mi posición, por lo que avancé con cuidado, no sabía que me deparaba, como ya he comentado, mi imaginación es demasiado activa a saber que inventaba. Avanzaba mientras escuchaba unos pasos escurridizos, eran fuertes, como si hubiera miles de cosas dando golpes al suelo. Algo salto hacia mí, y lo corte por la mitad con mi espada, no me dio tiempo a ver lo que era y su cuerpo desapareció como en un videojuego antiguo. Me mantuve alerta. Otro salió de la izquierda, al ser diestro me costó, pero pude atravesarlo con un movimiento que no sabía que conocía, me agache y paso por encima lo que me permitió dejarlo a mi derecha para cortarlo mejor, pude verlo claramente. Era un ser de apenas de un metro de altura, con bello en todo su cuerpo, lo único que no tenía pelos eran sus ojos, manos y pies ambas marrones y con 3 dedos cada una con unas largas garras de mental, sus ojos eran de color rojo, que parecía que en cualquier momento arrojaría fuego por ellos, pero al atravesarlo desapareció. El bullicio a mi alrededor se hacía de notar, pero no tenía miedo, hasta que uno me atacó por la espalda y me araño los dos hombros, el dolor era intenso, no lo entendía, era mi fantasía, no podía sentir dolor, pero extrañamente eso sucedía. Me lo saque de encima y pude cortarle lo que parecía la cabeza, no tenían boca ni nariz, solo pelo, garras y ojos, era aterrador como si solo se hubiesen creado para matar. El pánico me abordó y comencé a correr sin mirar atrás, corrí y corrí pero el cansancio hizo que me detuviera. 
Parecía que ya no había nada alrededor mío, me encontraba a las afueras de la aldea, en un sendero en medio de un desierto donde la niebla comenzaba a dispersarse, mire mis hombros y aun sangraba, aun dolía, aunque por la adrenalina al correr no lo sentía ahora no podía soportarlo. Vi como se acercaba una figura mientras caía al suelo retorcido por el sufrimiento provocado por mis heridas. La figura a cada paso que daba hacia mí se hacía más nítida. Una figura humana con una túnica  con capucha que apenas dejaba ver su rostro, pero sabía quien era, eran los mismos ojos de aquella muchacha, saco un ungüento del interior de su túnica, y me los extendió por los dos hombros curándomelo casi al instante casi tan rápido como volvió ella misma a desaparecer. Estaba cansado así que me limite a dormir en un pequeño oasis que había aparecido frente a mí al desaparecer la joven. Cerré los ojos. Caí en un profundo sueño donde veía a la mujer, era realmente hermosa, imagino que debía serlo ya que la había creado yo, su rostro era de una finura casi mitológica, sus ojos desprendían ternura e inocencia con un color verde que evocaba a la esperanza, sus labios carnosos parecían hechos para besar en las noches frías, sus manos delicadas y suaves que una caricia podría hacerte perder sin más la cordura, su cuerpo era perfecto, sin palabras ante tal atractivo sexual. Pero un momento, como podía soñar en mi mente, era ilógico, pero ella se dirigió a mí.

- Debes atravesar el desierto, por tu bien –dijo la muchacha-.

- Pero no lo entiendo como es posible que este soñando –dije sorprendido-.

- No sueñas, estas en una de tus zonas seguras, desconectando de tu propia proyección, de la misma que has cedido el control, debes atravesar el desierto, es la única manera –dijo-.

Cuando termino la frase quería replicar, pero había abierto los ojos y ya había desaparecido, “¿Zonas seguras?”, “¿Perder el control de mí mismo?”, “¿Única manera?, ¿de qué?”. Esas preguntas sin respuesta me consumían lentamente, al abrir los ojos el oasis había desaparecido y me encontraba en el camino del desierto. El camino se distinguía porque la arena era compacta como si una apisonadora hubiera pasado por allí, se veía en las cercanías se perdía a lo lejos pero a cada paso veías un paso más adelante lo que permitía que no me saliera de él. Todo era muy extraño, todo era como si no fuera yo mismo, quizás había una parte de mí que no conocía, o una parte de mí que nunca quiso salir hasta tener su oportunidad, no lo sé. Anduve el camino durante días, aunque el sol no salía, dormía cada cierto tiempo, esa era mi única noción de tiempo, siempre dormía con el yelmo tapado por mis brazos para generar un poco de oscuridad. El desierto parecía interminable, no lo entendía, no entendía porque no acababa, ni siquiera divisaba el principio me encontraba en medio de nada, rodeado de arena, con una armadura de oro que me hacía sudar a chorros por el calor y una espada que cada vez se hacía más pesada. Por fin a lo lejos divise una puerta en medio de las dunas, para ser más específicos en lo alto de una de ellas, la que se postraba frente a mí, era tan alta como una montaña debía por lo menos medir doscientos metros. Cada vez que intentaba subir la pendiente para alcanzar la puerta, la arena me engullía hacia abajo. Lo intente decena de veces con el mismo resultado. No sabía que hacer, intente rodearla pero no encontraba el camino para hacerlo. Me di la vuelta para mirar otra alternativa y la montaña desapareció a mis espaldas para volver a poner en la trayectoria de mi mirada, girara al lado que girara siempre aparecía. Era desesperante. Empecé a correr hacia una dirección, hasta que comenzaba la pendiente de la duna, y otra vez me arrastraba para abajo, así que desistí. Pensé y pensé hasta que se me ocurrió una solución que no sabría si funcionaría. Me recosté mirando hacia arriba pero el cielo se hizo arena y caí de frente hacia ella cambiando de posición el desierto. Así que resignado cerré los ojos en busca de la mujer, pero no aparecía. Pero si apareció mi otro yo entrando por la puerta, entonces me di cuenta y recordé que en mi cabeza yo tengo el poder, así que flexioné las rodillas y de un salto llegue a la puerta abriéndose sin necesidad de tocarla.

Aparecí en una playa de arenas negras y un mar naranja como el cielo, era un paisaje inaudito, increíble, me deleite en él durante horas, corrí hacia el agua para darme un baño, me daba igual la armadura. Para mí decepción no podía entrar en el agua simplemente caminaba por encima de ella, las olas me hacían subir y bajar, pero no me mojaba, ni siquiera una sola gota, aun así me senté y me dejé arrullar por las olas. Una mano acarició mi espalda y una presencia a mi lado se sentó, si, otra vez esa maldita mujer.

- Lo has conseguido –dijo en tono de burla-.

- ¿Qué he conseguido? –pregunté-.

- Has conseguido eludir el desierto que atraviesas en tu vida, dejando atrás los demonios que te persiguen y atormentan, has avanzado bastante, pero aun te queda un largo viaje. –contestó- .

- Pero no entiendo nada yo debería dominar este mundo, aunque haya dado a mi imaginación su propio libre albedrio sigue siendo parte de mí, no entiendo porque actúa así, ni porque me hago daño en mi propia cabeza –le dije conteniendo la ira-.

- ¿Estás seguro que fue tu decisión? Creo que no entiendes del todo, porque estas aquí. Ahora mismo, no tienes ni idea de donde estás, ni de que buscas, entraste aquí posiblemente, engañándote a ti mismo, huyendo de la realidad, el mundo que has pasado, es una lección pero ha sido en vano, porque no entiendes que ocurre. Por ahora solo puedo decirte que, no eres dueño de tus emociones y que no elegiste este futuro, él te eligió a ti. Debo irme, recorre el mar hasta el norte, te espera tu siguiente destino, no subestimes a tu subconsciente ya que es una parte de ti que desconoces… -relato brevemente algo que en el momento no entendí-.

La muchacha se perdió entre aquel mar naranja, y yo tome rumbo al norte.
Por el camino, en aquel mar vi grandes veleros, que tampoco hacían caso de mi presencia. Grandes batallas navales en todas las direcciones exceptuando el norte, esa ruta siempre estaba libre, por momentos miraba las batallas, miles de hombres sin rostros en batallas por tesoros y por dominar más barcos, miles de muertes a mi alrededor, a cada paso me empecé a perder en las historias de aquellos barcos y sus caras se hacían menos borrosas y algunos incluso comenzaban a mirarme. Pero volvía en mí mismo, y volvía a la normalidad de lo ilógico. Cuando llegue al fin del mar, había una gran cascada.

- Salta... –escuche a lo lejos-.

Dude por unos instantes pero salte, la caída fue emocionante, gritaba como un loco a sabiendas que no me pasaría nada. La cascada por metro que baja se hacía más hermosa ese bonito naranja, y al fondo la inmensidad del infinito en su caída, no se veía el final ni el principio. Pero de repente, desperté de nuevo sobre saltado en la misma choza donde vi por primera vez a la mujer, ya no tenía ni la armadura ni la espada, y la situación era exactamente igual, las mismas paredes de piedra, el mismo techo de madera, la misma mesa, la misma chimenea, la misma silla, hasta el papel con el lápiz afilado al lado. Pero ya sabía como funcionaba, cuando levanté de la cama de paja la cual también era la misma, el fuego se apagó como si la llama se traspasara a la mesa para quemar el papel. Sin dejar ninguna huella en la mesa y solo dejando el lápiz. Como es obvio cogí el lápiz. La puerta esta vez estaba abierta y no había ningún tipo de niebla, sin embargo, no me encontraba en una aldea, la choza desentonaba en aquel paisaje que tenía frente a mí. Edificios enormes en los que no se veía su final en el cielo, y aquella pequeña choza en una parcela que parecía no existir, porque desapareció en cuanto cerré la puerta dando lugar a otro edificio.

Aunque sorprendido me dispuse a recorrer las calles, pero todo era una gran avenida ya que en los cruces solo había espejos, cuando intentaba girar por una calle veía mi reflejo, así que debía seguir recto. Los edificios estaban cerrados, no podía entrar, busque alguna alternativa para cambiar de rumbo pero me fue imposible, incluso cuando llegaba un largo trecho volví al lugar donde estaba la choza, ya que pase cerca del edificio y reapareció, intenté entrar, estaba cerrada, entonces me alejé, y desapareció dando lugar de nuevo al edificio. Eso me llevo a pensar que quizás había otros lugares ocultos en otros edificios, me acerque a cada uno de ellos hasta que volvía a la choza. Que aparecía y desaparecía con mi presencia aunque siempre estaba cerrada.



Ya cansado de las experiencias anteriores busque solucionas antes de repetir lo mismo una y otra vez, pero no tenía ni idea de como actuar, solo tenía un lápiz. Entonces recordé que cuando escribí en el papel se materializaba lo que escribí. Escribí “puerta”, no sucedió nada, probé con otras palabras y tampoco nada, me recosté en el suelo y empecé a hacer garabatos mientras pensaba, sin prestar mucha atención a lo que dibujaba. Así que mi mano escribía con voluntad propia, cuando mire había dibujado un dragón, que desapareció en el suelo, hasta que un estruendoso rugido rompió en mil pedazos los cristales de los edificios, creando una lluvia hermosa, pero peligrosa, pues el roce de los cristales me provocaba pequeños cortes. La sombra del dragón paso sobre mi cabeza, había dibujado sin querer una bestia descomunal que se había materializado, corrí buscando refugio pero no lo encontré. Visto lo visto y sin pensar demasiado, en el suelo dibujé un lanzamisiles, que también apareció ante mí. Disparé al dragón pero no le hacía daño, más bien lo enfurecía, me lanzó llamaradas que por poco no me calcinaban, por lo que tuve que seguir huyendo. Dibuje un escudo, lo que hizo que me protegiera de la última llamarada que fue cercana. Me protegía el escudo pero no tenía como atacar, pero era mi mundo, o por lo menos lo había creado una parte de mí. Dibujé un palo con el pensamiento de una varita con la que poder atacar con magia, el dragón enfurecido, lanzo otra llamarada que no me dio tiempo de proteger todo mi cuerpo, una pierna quedo desprotegida y me provoco quemaduras, entre los cortes y la quemadura mi cuerpo estaba muy débil, agité la varita y lanzo un hechizo congelante, que dio de lleno en una de sus alas, quitándole la ventaja del cielo. Ahora ambos estábamos tocados y la batalla estaba igualada, otra llamarada lanzo, pero esta vez me dio tiempo de protegerme bien, lancé otro hechizo que esquivó por poco, se acercaba cada vez más, y sin pensarlo imaginé un agujero negro, que se recreó encima del dragón absorbiéndolo y lo que había a su alrededor. El alivio me recorrió todo el cuerpo, pero el aguajero se fue haciendo más y más grande, y comenzó a arrasar todo el lugar, fue cuestión de tiempo que me arrastrara hacia su interior a mí también. Cuando traspase el agujero me encontré sobresaltado en mi habitación, en mi cama, todo había sido un sueño, o eso pensaba. Me levante de la cama, fui hacia al baño para hacer mis necesidades pero cuando pase por el espejo me engulló, adentrándome en un mundo de reflejos infinitos de mí mismo. Mis otros yo empezaron a traspasar los espejos atacándome, la lucha era imposible, eran demasiados, y yo uno solo, por lo que me rendí y sucumbí a mí mismo desapareciendo entre las sombras de mi persona.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Mira más allá de lo que ves

Si pudiera revivir aquellas emociones que sentía al verte, lo haría. Si pudiera reconocer que eres mi debilidad, lo haría, pero realmente me he dado cuenta de que no puedo ni siquiera pensar en ti, por lo menos no cosas buenas. Siempre que te miro veo una persona que no conozco, una persona distante y que no le importa lo que yo quiera, no te culpo, pero tampoco es que te lo agradezca.
Siempre había idealizado tu ser, pero poco a poco esa sensación de perfección se fue diluyendo y mezclando en el océano de lo corriente.
Días atrás alguien me dijo “eres mejor de lo que piensas, pero nadie te dejará demostrarlo”. No se refería concretamente a mí, sino a la filosofía que él había mantenido durante toda su vida, si lo examinas un poco te darás cuenta de que ciertamente su lógica es buena, y que eso es lo que siento contigo. Siempre das por hecho que sabes quien soy, sin pararte ni siquiera a mirar, sin pararte a escuchar, solo deduciendo de las tonterías que por mi boca salen, cuando en realidad se podría decir que no sabrás la magnitud del paisaje que te rodea hasta que llegues a la cima de la montaña, y tu conmigo no has comenzado ni el ascenso, es triste, muy triste, pero los hechos hablan por sí solos.

Por eso aunque a veces en mi interior se monte un dilema, siempre acabo dándome cuenta de la realidad, y es que llegados a este punto, me he dado cuenta que no eres lo que esperé siempre.

Cerrado

Sueños de papel
que motivan mi desdén
pensamientos oscuros
que no se pueden describir
lágrimas absurdas
por aquello que fui.
Desde mi ventana
ya no se ve el mar
ni entra la claridad
porque la he cerrado
para que nada pueda entrar.

Si pudiera describir
todo lo que tengo
una palabra sería suficiente
sería la adecuada
porque aunque no lo sepa
no tengo nada
nada por lo que aferrarme
ni nada por lo que luchar
porque la vida son cuentos
que nublan la realidad
que es más triste y oscura
si la relatan los demás.

No te engañes, ya lo has vivido

Como una vieja película que has visto tantas veces que incluso al escucharla y cerrar los ojos en tu imaginación ves las escenas, así es como me siento cuando pasan los días, cuando me paro a escuchar mi alrededor, mismos errores, mismos consejos, mismas excusas y ni una sola cosa que realmente me interese. A veces te ciegas y das importancia a lo que crees que es diferente, pero no es así, pasado un tiempo y después de reflexionar te das cuenta de la singularidad de que todo es como una rueda, gira y te ayuda a avanzar, pero llega un momento que se repite, se repite aunque tú mismo actúes diferente. 

A veces me gustaría decir a la cara sin tapujos cosas que pasan por mi cabeza, sentimientos que son provocados, provocados por tonterías que ni yo mismo logro comprender, pero ahí están. Me siento y miro, desde bastante lejos, como se me escapa cada aliento, como cada respiración me quita un poquito más de vida, como cada buen recuerdo me demuestra que después de una buena historia siempre hay un trágico final, siempre. Y ahí te quedas, una noche, pensando y pensando en esa persona pero no llegas a terminar el pensamiento porque se evapora de tanto calentarlo, porque si has sentido ese resquicio de esperanza y no has visto avanzar tus planes, la irracionalidad te atacara haciendo de ella un pelota saltarina que no deja de rebotar en tu interior, pero como ya dije antes, a veces te ciegas y das importancia a lo que crees que es diferente, engañándote a ti mismo, que sabes perfectamente, que esto ya lo has vivido.

martes, 15 de octubre de 2013

Y la perdición llamo a su puerta

Aquel día las cosas se volvieron extrañas, la perdición llamo a su puerta,  creando una lucha interior en él. Las probabilidades de aquel extraño encuentro eran tan remotas que en ningún momento de su extraña y cambiante vida pudo imaginar lo que le vendría encima, pero el miedo no le dejaría al margen.
Al recibir las nuevas acerca del suceso, divagó por las esquinas buscando alguna palabra que le diera el punto lógico, algo razonable, no pedía demasiado, solo algo a lo que aferrarse para no perderse en el mar que, por una cosa u otra, siempre acababa cayéndose para sumergirse y no darse respiro.
Cuando llegó el momento, encendió la radio y avanzó la cinta con una nueva melodía que ya había escuchado. La curiosidad, el deseo y la resignación se hicieron una, pero incontestablemente se convirtieron en una sensación de bienestar que pocas veces hubo sentido, tanto así, que miraba las estrellas para no cruzar la mirada con la perdición por temor a perderse en su embrujo.
A medida que fluían los momentos, su temor se esfumaba, sucumbía a ella, perdía su determinación, cada vez era más débil, cada vez perdía más la noción de sus actos, sabiendo que, aunque hubiera ensayado el guión, había nacido para improvisar, y a eso le tenía respeto, porque sabía perfectamente que el otro frente en aquella guerra, el mismo frente que evitaba, estaba perdiendo sus defensas en cada derroche que le permitían haciendo su labor más y más complicada lo que le traía de cabeza. Y así, cuando todo daba vueltas, se paró, se paró porque la perdición se desvaneció, sin más, pasó de tentación irremediable, a convertirse en la ausencia al cuadrado, quizás al cubo, con alardes cómicos, y otros que simplemente mejor olvidar. Pero a pesar de todo, esto le alivió, porque le permitió recobrar el control y pudo salir de la batalla sin nada que lamentar, incluso encontró ternura en la oscuridad, entendió más cosas de las que cuenta, y se convenció de otras que simplemente quiere borrar.
Sin embargo, no olvidará aquel día en que la perdición llamo a su puerta.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Un segundo

Recordar que ya no estas es un suplicio que me atormenta, que me lleva al más melancólico delirio. A veces recuerdo tantas miradas, tantas caricias, tantas palabras llenas de ternura, que aún me sorprende que después de tanto tiempo, hay cosas que aún me hacen derramar lágrimas a oscuras, donde nadie las ve. Ahora después de tantos años, me he dado cuenta de que estas bien, y nada me alegra más. No quiero lamentarme, siempre intento no hacerlo, pues la alegría que me produce recordar tu presencia, es algo más satisfactorio que darme cuenta de que ya nunca estarás. Y cuando llega una tormenta siempre tu nombre aparece en mi cabeza, porque me da miedo que sea la última vez que te recuerde. Pero no es así, estas clavada en mi ser. Pensaras que soy un estúpido nostálgico, pero que quieres que te diga, me gusta pensar en ti, me gusta saber que en algún lugar de este basto mundo, hay momentos en que nuestras miradas se cruzan en la luna, y que en ese instante me estás diciendo que tú también piensas en mí, aunque sea un segundo.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Que la suerte te acompañe

Te daría un billete a Japón,
para que no volvieras
que la vida aquí se hace extraña
si tú a cada rato gritas,
tienes que dejarme en paz
para que pueda avanzar
porque quieras que no
no me dejas caminar
como resultado de ello
mi locura,
mi estupidez,
mi nostalgia,
mis tantas cosas que no quiero decir,
que mejor prefiero hacer que no te conozco
porque aunque no me importe
me molesta
porque fui algo interesante
que tu ni siquiera miraste
ahora me detestas
porque te hablo sin complejos
pues sinceridad no me falta
en ninguno de los momentos
que intercambiamos barbaridades
que en el fondo en nuestra historia
nunca caben
así que adiós y buen viaje
y que la suerte te acompañe.

martes, 17 de septiembre de 2013

¿A la luna? ¿Para qué?

Podrías recitar miles de verso a la luna pero, ¿Para qué? Ella no te escucha, ni siquiera se hace eco de tu existencia. Cada noche te asomas a la ventana para admirarla, cada noche te enamoras nuevamente de ella, la sientes, la deseas, pero a ella nunca llegas. Se podría ver como un acto de estupidez, pero sinceramente, me resulta respetable, tan absurdo que llega a ser un acto entrañable. Una historia de constancia y admiración, el amor en su máximo exponente, velar por ella, por el mero hecho de que quieres ver su sonrisa, aunque sea de lejos. La sueñas, porque ella es la que te hace sentir que tu corazón aún late, la repudias porque es demasiado doloroso saber que está ahí, aunque está lejos, sigue ahí, existiendo, viviendo su vida, mientras la tuya se basa en un mar de lágrimas que has creado para que pueda ver su reflejo, pero ella no se da cuenta que tú eres el espejo que la hace sonreír, porque la quieres tanto.  Por eso lloras, porque su ausencia es lo que más detestas de amarla, pero aún con ese sentimiento te sacrificas. Hace tiempo te pregunté, ¿Para qué le escribías versos? Y solo me contestaste: “porque no se hacer otra cosa”.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Encontrar

Pequeñas dosis de realidad y otras tantas de fantasía, así transcurre el cuento de la vida de alguien absurdo que no avanza en sus ideas porque el resto las desvalora. Mirar a un futuro probable, y desestimarlo por la presión que conlleva avanzar por un camino diferente.
En la vida lo complicado es desviarse para hallar nuevas historias, nuevas esperanzas. A veces pienso que un pequeño gesto desencadena un sinfín de tramas paralelas en la vida de una pequeña sociedad, pues están las opiniones negativas, las positivas, las constructivas, las indiferentes, las coherentes, las que apoyan, las que intentan destruir, etc… porque podría seguir, pues cada persona tiene un punto de vista diferente, tanto que realmente debes aprender a confiar en ti mismo, y creer que es posible que tus ideas sean algo mejor de lo que tú mismo acreditas. Porque somos así, unas líneas escritas por mí me parecen nefastas, pero si las hubiera escrito otro serían increíbles, a veces tendemos a engañarnos sobremanera en algunos aspectos, otras ocasiones sin embargo, nos cegamos en describirnos como inútiles, mientras los demás ven algo que tu ignoras por completo, y es que todos tenemos talento para algo, solo debemos aprender a encontrarlo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Todos sufrimos alguna vez

Mirar al cielo y que una lágrima haga borrosa tu vista, es una sensación de impotencia indescriptible, un ardor en tu cuerpo que no puedes sofocar, un nudo en la garganta que aunque lo necesites, no te permite gritar. Pues todo sufrimos alguna vez, por una razón u otra, algunas más importantes, otras que solo entiendes tú mismo, pero el sufrimiento ataca por igual a todos, si albergamos sentimientos, siempre pasará. Siempre pasará porque necesitamos aferrarnos a las cosas, pues nuestra existencia es aterradora algunas veces, y queremos sentir que hay cosas a las que podemos usar como salvoconductos para desviar nuestra cabeza hacia ellas y ver todo desde otro punto de vista. Sin embargo, esa necesidad nos hace vulnerables al dolor de la perdida, nos hace delicados pues cuando amamos queremos detener el tiempo en ese mismo instante, pero irremediablemente pasa. Es como intentar agarrar el agua, se escurrirá por tus manos, sentirás la sensación de humedad, pero en algún momento se secará, y añoraras esa sensación, la repetirás, pero no será igual, porque las cosas pasan solo una vez, aunque sean similares no son iguales. Así que todos sufriremos alguna vez, pero no debemos tener miedo, ya que eso significará que estás vivo y tienes espacio para volver a sentir cosas nuevas que también echaras de menos.

sábado, 14 de septiembre de 2013

¿Cuándo volverán?

A veces me pregunto si volverán eso tiempos en el que era otra persona la que colmaba mis fondos de pantalla, la persona que me hacía pasarme horas pensando en si sería ella quien haría sonar mi teléfono. Se echa de menos esa sensación. Pero no por ello se deben apresurar las cosas, pues nadie puede obligarse así mismo a sentir. A veces me pregunto si será que no merezco volver a esos días donde me sentía completo, donde las mañanas tenían un sentido diferente, no sé, tal vez encontrar ese alguien es más difícil de lo que parece en las películas, donde todo es casi perfecto, digo casi perfecto, porque realmente tanta perfección denota irrealidad, pero bueno nos permiten soñar. Y es que aunque muchos lo nieguen el amor es la gasolina que hace que tu fuerza aumente sin explicación coherente, incluso hay relatos de gente que dice que ha llegado a volar, digo yo, será en sueños, sino yo quiero probar esa mierda. Así que en definitiva, la paciencia es una virtud, conocer este sentimiento un regalo, ya que si algo añoras es porque alguna vez lo tuviste, y aunque no quiera repetir mi pasado, quiero que mi futuro supere con creces lo que alguna vez ya sentí.