miércoles, 16 de julio de 2014

La desdicha de la despedida

En el tibio estupor de la noche
mi cuerpo se tumbo solitario
en la oscuridad por repeler a la luna
que majestuosa ante mi se postró
y sin embargo, mi locura... la alejó.

Fue mi pecado dejarme llevar por mi cabeza
alocada e ingenua que se desmorona ante las rarezas
del interior del bohemio que anido en mi tiempo
enajenado, estúpido e inmerso en mi propio ego
que cuando digo yo, también digo miedo.

No quería cultivar en ella mis deseos
que enloquecieron mi ser, mi alma, mis anhelos
en tan breve espacio de tiempo se compuso una melodía
que a priori, no entendí pues no entiendo el cielo
y ahora me arrepiento tumbado en el suelo, soñando despierto.

Ella que matizaba cada impulso que creaba mis movimientos
que separaba cada silaba de las palabras que por ella recitaba
aunque no las escuche, siempre le gritaba al viento
con la mirada puesta en el mar, quien llora mis lamentos
por ella que bautizó mi mundo, y despertó la agonía que ahora siento.


Sentir, y sentir aterrado en su devenir
escondido entre las sabanas
que protegen mi propia vida
porque temo el dolor que conlleva
conocer otra vez la desdicha de la despedida.

martes, 15 de julio de 2014

Meditando sin motivo

Me acaricia la brisa del ventilador, intento meditar pero no tengo motivos para pensar, realmente he pasado a una etapa en la que solo me vale actuar. Tiempo atrás el reloj paseaba sin saber en que hora, día, mes, o año me encontraba, todo era exactamente lo mismo, un periodo uniforme en el que las perdidas de tiempo eran una constante y mis pensamientos mi única compañía.
No sé, la cosa ha cambiado un poco pero hecho de menos esos momentos en los que me apasionaba mi soledad y encontraba en mis letras la melodía que llevaba a mi alma a lugares inimaginados. Realmente eso no era vida, pero llegue a descubrir cosas de mi mismo, que ni yo sabia, y que dudo que alguien en esta vida llegue a divisar en mi.

Todo cambió a comienzos de este año, mis pensamientos me llevaron a preocuparme de cosas tal vez un poco más importantes, o tal vez... ¿Como decirlo? Más sociales, en plan como si fuera una persona normal, cosa que nunca me consideré, pero a veces aunque no se quiera hay que pasar por el aro y rendirse a la presión de los que nos rodean. ¡Que le vas a hacer!

Aunque nos negamos a darnos cuenta o nos amargamos dándonos contra ese muro que es envejecer, dudo que a alguien le guste, seguimos queriendo mantener ese ser que fuimos, eso loco, absurdo, irresponsable que pudiste ser, ese estúpido ignorante que soñaba con un mañana que por desgracia llegaría, y digo por desgracia porque llegados a un punto, se acaban las concesiones, se acaba el poder eludir los problemas y nos toca enfrentarnos al mundo, a personas que pasan por tu propia vida, ya sea de forma efímera, o aquellas que se quedan para ver como el tiempo juntos nos da momentos que son el mayor regalo que se tiene en la vida.

En ocasiones lo pienso, llego a la conclusión que es bendito y maldito por igual el tiempo, es algo que por las noches me desvela y me acelera hasta el punto que me encuentro con relatos que no tienen ni pies ni cabeza, antes lo escribía, ahora solo los pienso, ya que por desgracia no encuentro ni la motivación ni el momento. Este año he tenido unas cuantas despedidas, alguna mas dolorosa que otras, y otras personas nuevas que han llenado con sonrisas una mañana que carecía de color, u oscurecido una noche de luna llena.


Ya ves, si te paras a pensar siempre hay algo para reflexionar, y aunque ahora suelo tener compañía, me sigo sintiendo algo solo e incomprendido, porque sigo soñando con historias que el futuro o quizás mas bien el presente todavía no me ha regalado, y lo que fue en el pasado ahí está, no olvidado pero si terminado. Y es así, siempre que te pares a admirarte frente al espejo sonríe, porque eso que ves nunca volverá, aunque te aferres a ello, aunque lo quieras mejorar, marchitarás. Así que no te escondas y vive, o acabarás como yo, un bohemio loco que medita sin motivos.