jueves, 28 de abril de 2016

Gemidos de olvido

Casi he olvidado el ruido de tu almohada,
aquel que sonaba cuando nuestros cuerpos
en tu cama se entrelazaban,
aquellos cuerpos ardientes
que conectaban como dos engranajes.

Casi he olvidado las gotas de sudor
inexistentes por la frialdad
que rezumaba tu aura,
mentiras camufladas
entre tantas verdades
que yo mismo no aceptaba.

Casi he olvidado el camino que recorría
aquel en el que tantas horas perdí
por el egoísmo de ser más tuyo de lo que fuí,
Tantas horas… perdidas.

Y ahora, he olvidado tu cara
las palabras dedicadas,
ahora soy mas yo de lo que fui
he olvidado todo lo que fuiste
y recuerdo que yo no me fui,
solo hago memoria y he olvidado,
alguna sonrisa cuando tu nombre
en mi teléfono se mostraba.


NO pude decir adiós,
y me contradigo con cada verso
que analizo mientras escribo.
Porque no sé si he olvidado,
o aun recuerdo todo.

Y en la soledad de esta página
entre las teclas,
resuenan…
los gemidos del olvido
que no olvido.

Comienza el día

Comienza el día y aunque las notas que orquestan el amanecer suenen igual cada mañana, no es la misma melodía.  

No siento la misma ilusión de enfrentarme a un nuevo día, los problemas se amontonan y las sensaciones cada vez son menos impactantes. Cuanto más tiempo pasa siento como si estuviera viviendo en una rueda que no para de dar vueltas, siempre que avanzo acabo metido en el mismo punto de partida por algún motivo u otro.

Las decepciones ya no duelen como antes, la tristeza se apodera de mí un poco mas cada minuto, la esperanza se agota y mi muerte se acerca. Mirar el horizonte y pensar en todos los recuerdos que poseo y desvalorizarlos con una lágrima es lo que me pide este momento tan extraño en mi vida. 

Podrían catalogarme aquellos que leen mis palabras de pesimista, yo prefiero definirlo como realidad.
Realidad porque se te va quitando el velo que tenias cuando la inocencia de la niñez te mostraba solo la parte de la vida en la que las sonrisas se amontonaban como la gente que ahora se apelotona en las colas que hay en el paro.

Quizá sea cierto que empiezo a rendirme, que empiezo a agotarme de luchar contra el mundo y contra mí mismo. Y si, a veces suena a tópico, pero la realidad es que el mayor enemigo que puedes encontrarte en la vida se encuentra dentro de ti. Si pierdes la fe en lo que haces, nadie puede ayudarte, quizás sí que puedan pero tendrían que conectar contigo a un nivel de entendimiento que dudo que en estos instantes nadie posea.

Pero bueno, supongo que es el momento de bajón, ese en el que ves los puntos negros y no sales de ahí. Puede que mañana tenga otra visión, o puede que mañana simplemente haga una maleta y deje todo atrás… eso me gustaría tanto, simplemente coger mi camino y avanzar hacia lo desconocido fuera de lo que hoy en día es mi vida, que no está nada mal, no me malinterpreten pero empiezo a aburrirme de mi ficción que se relata en los extractos del banco, o en las facturas, o en los mismos intentos de sobrevivir sin ahogarme.

Nunca fui hecho para vivir en sociedad y sin embargo, la sociedad sí que ha sabido vivir de mi, entre desconsuelos y malos tragos te dejo con mi reflexión que no es mas que un vano intento de profundizar en mi ser y reencontrar una parte de mi olvidada, que nunca debió ser apartada.