Entre el tintineo de gotas
en la lluvia aún resuenan en mi cabeza los sonidos que acompañan mis recuerdos más
arraigados. Y es que la valentía de abandonar el nido ha sido la mejor decisión
pero añorar a los tuyos nunca estuvo fuera de la ecuación, y aunque mi vida
siga adelante y mejore día a día, siento que pierdo una parte de mi a cada
segundo, soy más yo mismo, pero a la vez me separo más de lo que fui. No me
arrepiento y no niego que me guste este nuevo paradigma en mi vida, pero nunca había
sentido realmente la palabra soledad, con miles de personas a mí alrededor de
las cuales a nadie le intereso, incluso apenas me entienden, soy un solitario y
lo sé, en el fondo es lo que necesitaba.
Cada día miro por la
ventana y veo como la lluvia forma parte de un todo en esta ciudad, la gente no
corre sino que se funde con ella. Adoro la lluvia, pero en mi tierra… donde nos
dedicaba su compañía contadas veces, y yo… que siempre deteste el sol, me paro
y pienso que en tan poco tiempo ya lo echo de menos. Será que es la
contradicción natural del ser humano, añorar lo que se pierde y aborrecer lo
que se tiene.
Realmente y con el corazón
en la mano, no quiero volver, por lo menos no hasta que mi vida cambie y pueda
mirarme al espejo con orgullo, y no con tristeza como había hecho desde hace
muchos años. La nostalgia aparece pero no domina, porque la ilusión es más
grande, pues hoy comienza la aventura.