El joven mago se postra frente las puertas del laberinto
para comenzar su primera lección, se siente nervioso, pero su determinación no
admite dudas, por lo que se adentra sin pensarlo para comprender los senderos
del poder.
Al entrar camina unos metros se encuentra con su primer
obstáculo pues el camino se divide en tres. El joven observa detenidamente los
detalles, el primer camino, el de la izquierda, parece el más sencillo ya que
es un pasillo recto con una luz brillante al final, el cual descarta porque
entiende que todo camino tiene sus dificultades, en la vida se aprende de las
experiencias y un camino sin baches no le convertiría más que en un ser débil y
acomododado. El segundo camino, el central, solo se ve una pared a unos pocos
metros de distancia con un camino a la izquierda, el joven mago duda sobre este
camino, pues no sabe que hay a la izquierda lo que le resulta extraño porque te
enseña parte del sendero pero esto le provoca ansiedad por llegar hasta la
pared que se bifurca a la izquierda para emprender ese camino, pero el joven mago lo ignora pues el camino
hay que recorrerlo paso a paso, no podemos fijar nuestra punto de mira más allá
de lo que tenemos ahora. El tercer camino es una puerta entre abierta, en el
espacio que puede observarse solo hay oscuridad, el mago no lo piensa más y se
adentra en la puerta, pues su intuición le marca que hay que llevar la luz a
todas las partes de la oscuridad siguiendo el camino del misterio que supone.
La decisión del mago
fue errónea pues se adentró en un camino que no tenía objetivo en su camino por
lo que si no sabes a dónde quieres llegar te puedes perder en tu camino en la
más absoluta oscuridad.
El joven mago no es consciente de su error por lo que continua
este camino convencido de ser el correcto, camina horas y horas sin mirar
atrás, ignorando que el pasado esta colmado de experiencias que nos servirán
tanto en el presente como en el futuro. Su fe en el camino es inquebrantable
pero no tiene ni idea de a dónde va, paso a paso va decayendo en su empeño y su
cansancio aumenta. Se para, se sienta, reflexiona, no entiende su error en la
inmensidad de la oscuridad, se ha perdido y comienza a dudar pero en un
instante mira hacia atrás y ve la puerta por la que había cruzado hacía ya
días, se encontraba a un metro de ella pero no podía ver su claridad debido a
que la luz es comida por la oscuridad, el no cesaba en su empeño y obstinación
de ir hacia delante sin pararse a pensar que en la vida, es necesario fijarse
un objetivo, pero las lecciones del pasado te deben de guiar. Cuando vio la
puerta se dirigió a ella y se dio cuenta de que ningún camino era el correcto,
por lo que simplemente se sentó en medio de los tres caminos y se durmió.
Durmió durante horas hasta que por fin despertó, pero no despertó en el
laberinto sino en una llanura, para los sabios que habían recorrido el
laberinto, la llamaban la llanura de la realidad.
La llanura de la realidad era aparentemente una llanura
normal, pero tenía una singularidad, en el medio de ella extendiéndose de lado
a lado había una especie de hechizo que funcionaba de espejo, pero un espejo de
contrariedad, en una mitad la llanura estaba llena de árboles, el césped
resplandecía con un verde que bañaba el sol más conciliador. En el otro lado en
la llanura no había vida, había un desierto, iluminado por una luna de color
rojo que daba sensación de que la llanura estaba llena de sangre por todo su
espesura. El joven mago observo tal paisaje pero no se extrañó, ya venía
preparado para cualquier ilusión o para cualquier contratiempo. Comenzó a
recorrer la llanura desde donde había despertado de un lado a otro, intentando
hallar la respuesta a tal enigma, pero por más que recorría la llanura no lo
entendía, y comenzó a desesperar. A medida que desesperaba, su ira sobre su
maestro que le había guiado allí crecía, lo que hacía que la división de la
llanura se descompensara y la zona oscura robase terreno a la de luz, sin que
el mago pudiese darse cuenta, siguió mal diciendo a todo. La oscuridad casi
había colmado toda la llanura hasta que el joven mago, pensó en la vida, estaba
en un lugar donde todo era prácticamente una ilusión, pero en la realidad no
siempre todo tiene sentido, pero no por ello nos tenemos que rendir, ni odiar a
los demás por no darnos las respuestas que queremos. La luz volvía a tomar
terreno, el joven mago seguía reflexionando, pues en el bosque había aprendido
antes de que llegara su maestro que podía entender a la naturaleza, y que eso
no tenía sentido, pero era su realidad, debía aceptarla para disfrutar de la
compañía de los que lo habían criado. Al fin, la luz cubrió totalmente la
llanura, una puerta apareció en medio, el joven mago se acercó a ella y la
miro, no parecía tener ninguna trampa por lo que se adentró en ella.
Apareció en la entrada del laberinto, nuevamente ante los
tres caminos en los que antes había estado, exactamente igual, pero el joven
mago ya no estaba tan confiado, había reflexionado, aunque parecía que no,
llevaba cerca de una semana caminando en la oscuridad, otra semana caminando en
la llanura, aunque el tiempo no parecía pasar en su mente, su cuerpo lo notaba,
por lo que opto por coger el camino más sencillo si eso significaba salir de
aquel lugar, así fue, cogió el camino de la izquierda hasta llegar a la luz
brillante, cuando la atravesó al otro lado se encontraba su maestro.
-
Enhorabuena muchacho, has superado la primera
prueba. –dijo el mago con una sonrisa- ¿Qué has aprendido? –pregunto.
-
¿Superado? No sé el tiempo que llevo ahí dentro,
mi cuerpo está agotado, he caminado en la oscuridad, recorrido una extraña
llanura que parecía absorberme, para que llegado a un punto el primer camino
que había descartado fuera el que llevara a la salida, he aprendido a seguir el
camino fácil –replico el joven mago a su maestro-.
-
Claro mi joven aprendiz, date cuenta de una
cosa, en la vida las experiencias nos enseñan a no tropezar dos veces con una
misma piedra, pero también debemos saber y lo que has de aprender es que la
vida en sí, es sencilla, tu diste por sentado que debe ser complicada, por lo
que te complicaste tu solo en el laberinto, debemos siempre hacer las cosas
simples no podemos en revesar ya que en cualquier camino habrán imprevistos, no
podemos lidiar con todo. Todo lo que
paso ahí dentro fue debido a tus ganas de complicarte. –Rio a carcajadas el
maestro mientras fumaba su pipa y se daba media vuelta para alejarse-.
El joven mago escucho perplejo las palabras de su maestro, y
comenzó a seguirle reflexionando sobre su lección, en donde la vida siempre es
mejor hacer las cosas simples ya que las experiencias nos las dan las sorpresas,
lo inesperado y saber cómo actuar ante ellas. El joven mago suspiro y se adentró
de nuevo en el bosque con su maestro siguiendo el rastro del humo de su pipa.