Cerrar los ojos y escuchar una dulce melodía, mientras, tus
recuerdos más alegres te vienen como flashes que agradeces, porque los
necesitas. Soñar es algo que nadie debería dejar de hacer. Nadie debería renunciar
al niño que fue una vez, ese que se emocionaba con un simple caramelo, o aquel
que madrugaba para seguir las aventuras de aquellos dibujos animados que hacía
que nuestra imaginación volara más allá de lo que nunca nadie hubiese pensado.
Crecer no es sinónimo de olvidar, tampoco es sinónimo de madurar más de la
cuenta. De vez en cuando hacer una tontería, puede que provoque una risa espontanea.
Disfruta de ti mismo, porque al fin y al cabo eres con quien convives a diario,
aunque siempre respetando a los que nos rodean y dándoles la importancia que
merecen. Pero en el fondo siempre serás tú el que navegue por tu día a día, serás
tú el que apague la luz la última noche igual que fuiste el primero que se deleitó
con tu primer amanecer.
Dicen que este mundo es cruel, no se equivocan, pero también
hay cosas maravillosas que hacen que el sufrimiento valga la pena. Cuando te
aferras a algo es porque ese algo te regalo miles de cosas que no sabrías
explicar, tan únicas, que no podrán repetirse. Entonces llegará el momento de
la despedida, pero no llegara con lágrimas sino con sonrisas, porque valió la
pena el nacer para haber vivido todo lo que dio sentido alguna vez a que de tú
interior saliera una sonrisa.
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