Cuando el amor llamó a mi puerta, la cerré con fechillo, no
me gusta la sensación de depender de otra persona, no me gusta eso de vivir en
consecuencia de otro ser, pues siempre he sido un alma libre, un alma solitaria
que le gusta ser así. Pero ahora, mis alas han sido cortadas, me siento como un
pajarillo herido que necesita ser rescatado, y eso me repatea, hasta el punto
que mi encierro voluntario se está prologando más de lo que estimaba necesario.
Sin ánimo de ver a nadie, sin ánimo de hablar con nadie, solo con mi propia compañía,
pero con temor y miedo. No sé que me deparará esto que me sucede, esto que me
ha conseguido enjaular, la bestia domada, el soñador castrado, el alma libre
convertida en alma en pena. Muchos me dirán que mi problema erradica en la
locura, pero eso es incierto, el problema erradica en la personalidad que se va
forjando a medida que recibes palos, la inestabilidad se apodera de ti, y no
sabes a veces ni como actuar, es una faena. Pero para mí actual problema, no
estaba preparado, y aunque nadie lo sepa, ya que, en la soledad convivo con
ello, tengo miedo.
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