No hace mucho, apenas una luna llena, me desperté con un
buen sabor de boca, sentí haber conectado, no sé, saben de esa sensación de que
comienza una buena historia, seguro que muchos escritores se han despertado así
alguna vez. Bueno al tema, esa mañana me desperté y las palabras en mi
procesador de textos fluían como el agua del rio, sino me conociera diría que
mis manos estaban poseídas y que yo no era más que un mero lector, un seguidor
de mis propios relatos, cada palabra tenía gracia, cada letra parecía que
bailaba, que enseñaba un significado que días atrás era desconocido para mí, y
¿Por qué? Por un encuentro casual que derivó en un delirio monumental. Pongamos
eso de chico conoce chica, que chica ya conocía a chico pero chico no sabía que
chica conocía y derivamos en la locura más tergiversada que podemos siquiera
pensar, un lío ¿No? Pues básicamente el devenir de los días siguientes no
cambio demasiado.
La historia del día después fue simple, la claridad abordo
el concepto de la conversación, cosa que de buenas a primeras impacta, sobre
todo si llevas un tiempo con el autoestima baja, y si, lo sé, mea culpa, pero
vamos que no lo esperas. Así que, al principio la duda era constante, un
bendito dilema que aunque reservada mi respuesta, en el fondo sabía hacia que
lado caería, obviamente la tentación era la telonera. Pasaron días, pocos en
realidad, pero se hacían largos por la imposibilidad de consumar las palabras
escritas en métodos digitales, pero… según dicen lo bueno se hace esperar. Pues
no, después de días de lagunas mentales perdido en las perversiones más
absurdas, las perversiones que llevaban a imaginarla sin ropa, sentada sobre mí
y mil cosas que jamás contaré por respeto… se esfumaron por unas palabras
absurdas que realmente todavía dudo, ni siquiera merecen mención. Entonces
pensé, ¿para qué tanta historia? Quizás por ver su poder de convicción, quizás por
sentirse deseada, que cosa más extraña, tantas teorías y ninguna cierta….
Al final, uno se queda en treinta y tres, pero lo asume con dignidad, ser un juguete tampoco esta tan mal, cuando te usan lo disfrutas, y cuando te tiran al desván, pues ya te volverán a desempolvar, ya sea en otro tiempo, en otro lugar con diferentes personajes, pero a lo que quiero llegar, es como una historia con un gran principio, que tenía altas expectativas, digámoslo sin tapujos, sexuales o que conllevasen algo más, al final se quedo como una historia insípida que nunca debió pasar.
Al final, uno se queda en treinta y tres, pero lo asume con dignidad, ser un juguete tampoco esta tan mal, cuando te usan lo disfrutas, y cuando te tiran al desván, pues ya te volverán a desempolvar, ya sea en otro tiempo, en otro lugar con diferentes personajes, pero a lo que quiero llegar, es como una historia con un gran principio, que tenía altas expectativas, digámoslo sin tapujos, sexuales o que conllevasen algo más, al final se quedo como una historia insípida que nunca debió pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario