No quiero desprenderme de esas sensación, que roza por fuera
la decepción pero a la vez en el interior desborda satisfacción, esa que nadie
ve, porque no interesa que nadie comprenda esa parte perversa de nuestro ser.
Esa parte que tiene pensamientos impuros, con situaciones comprometidas, que
desbordan la adrenalina y el desvarió a lugares donde todavía no has metido una
idea que no deberías tener, pero la tienes, y no pasa nada porque es un secreto
entre tú y tú, y nadie más siquiera lo imagina pero tú sabes que está ahí,
aunque le procuras un somnífero para no exteriorizarlo, para que no se haga un
concepto que intentas no permitir, porque pierdes los papeles, porque hay
impulsos que no se quieren. Mejor pensar y dejar a un lado esas ideas que nos
perturban, esas, nuestras ideas confusas.
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