Llego el día en el que la casualidad comenzó a relatar
una historia que no había sido nunca antes contada. Era una tarde cualquiera,
pero el había esperado mucho tiempo para conocerla a ella, y ella había dudado
mucho antes de conocerle si arriesgarse.
Quedaron en un lugar concurrido pero
solo se cruzaron dos miradas, las de ellos. Se acercaron y un beso tímido
acompaño el saludo, dialogaron durante horas, decidieron ir a un lugar más
tranquilo donde tener más intimidad, nadie decía la intención pero se mascaba a
la legua que la atracción era mutua. Llegaron a una playa cercana, y se
sentaron para mirar el mar en la noche, en donde se confunde por la oscuridad
con el cielo pero su melodía describe las olas que llegan a la orilla.
Automáticamente se asentaron ella rozo su pierna, pareció un gesto involuntario
pero no lo era, ella quería conocerlo más allá del intelecto. Él se percató del
roce y puso la mano en la rodilla mientras comprobaba la cara de aprobación de
ella, y comenzaba a subir por su muslo hasta perder de vista su mano bajo la
falda, pero no el tacto de su suave y sedoso muslo. Ella empezaba a tener una
respiración un poco más agitada él sabía que debía actuar despacio. Llego hasta
su ropa interior apartándola, y con sus dedos acariciaba el trocito de cielo
que notaba se iba humedeciendo. Mientras su mano jugueteaba con su placer, con
su labios se acercó hacia los de ella para plasmarla un beso con
desenfreno porque los pequeños gemidos que destilaba su voz ya le habían
puesto más de lo que había imaginado. Se besaron y ella comenzó a acariciar el
torso del muchacho, apretaba su pecho haciéndole unas pequeñas heridas con las
uñas que hacían que él le mordiera el labio, cosa que a ella le encantaba, bajo
hacia su cuello mientras con su mano aún seguía calentándola, quería hacerla
disfrutar. Comenzó a mordisquear su cuello, mientras bajaba por todo su cuello
con su lengua, ella le pedía más pero cuando intento seguir bajando se encontró
con su camisa, que al quitársela, sin darse cuenta la rajo, pero daba igual
estaban sus hermosos pechos frente a él y ella quería que se los besara y
estrujara, quería que se la follara. Jugo un rato con su cuerpo, hasta que ella
cansada de solo recibir se abalanzó sobre él, desabrochando su pantalón y
viendo como subía algo a medida que el pantalón bajaba, hasta que su esplendor
se materializo frente a ella, y con una mirada de complicidad se la metió en la
boca, su cabeza subía y bajaba él la miraba atónito, le encantaba, el suspiraba
y ella lo notaba. Cuanto más notaba que él se sobrexcitaba ella más le
succionaba porque quería que el disfrutase y que la cogiera con más ganas. Y
así fue. Cuando no pudo más la levanto y la tiro contra la arena, la cara de
ella lo decía todo. Él todavía tenía la camisa puesta pero no hubo problema
ella se la arranco, era de botones, su pantalón ya estaba por las
rodillas y ella con la falda, no importaba…
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