Después de pasearme toda mi vida por un bosque de caminos
enrevesados e ilusiones por todos lados, acabe en un desierto, en un mar de
dunas donde predominan las dudas.
Camino por él, buscando alguna ruta de escape, pero todas
las travesías se hacen una, lo que hace imposible avanzar hacia destino alguno.
Me pierdo entre este mar amarillo que no muestra cambios de textura, el sol
pega fuerte, y mi esperanza se escapa de mí, por los poros, en forma de sudor.
Cansado me siento, y alzo la vista hacia las interminables
dunas que a carcajadas se ríen de mí, que me he rendido, aunque a lo lejos, veo
un manantial, pienso que mis ojos me engañan, pues cuando los froto,
desaparece, malditos espejismos, me desplomo, me duermo y la arena me traga
para formar parte de ella. Y ahí en ese instante todo termina, la vida se
consume, porque no pudiste con la adversidad, muerto en vida, pero ojala la
arena se atragante conmigo, pues la resurrección puede que llegue a mi otro día.
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