La primera vez que la vi, mi corazón se detuvo. No podría explicar
la sensación que ella me inspiraba, pues era poesía en cada rincón de su cuerpo,
humedecido por la lluvia, la cual nunca olvidare.
Cada día que pasaba me paraba tras las esquinas a
observarla, siempre inocente, pues era admiración lo que me abordaba.
No sabré a ciencia cierta, si el amor a primera vista
existe, ni tan solo si me fije en la belleza que frente a mí se dibujaba esa
corta semana. No importa. Ella era inspiración para escribir relatos de amor
imposibles, e historias en donde las princesas son tan hermosas que el autor
exagera con cada palabra.
Recuerdo el día, en que la conocí, perfectamente, fue una
casualidad que la encontrase en una verbena, en la que su orgullo me perdió durante
horas, hasta conseguir que un beso ella me diera. Aunque conseguí más de lo que
buscaba, pues un modo de comunicarme con ella se fue conmigo y la alegría que
siempre te deja la de un primer beso.
Las semanas siguientes, fueron irreales, no quedaban dos
amigos ni dos enamorados, ni siquiera dos conocidos que se interesaban. Nuestra
reunión simplemente se basaba en un beso inesperado, que dio razón a la
curiosidad de tal suceso. No me arrepiento, aunque luego se marchase sin darme
demasiados argumentos, su razón tendría, pero yo, que por aquel entonces no lo sabía,
la maldije hasta que el olvido me desato de sus cadenas.
Años más tarde en épocas de incertidumbre y oscuros días, mi
vida estaba a punto del desorden psicológico que yo mismo me había buscado, y aunque había recibido
ayuda de factores exteriores, y estos, me condicionaron mi vida hasta el punto
de vivir en una abadía que me apresaba con mis demonios, y evaporaba mis sueños
que desarrolle cuando era un infante.
Pero apareció ella, de nuevo, y cambio el sentir de los días,
convirtiéndose en el sol que alumbraba mi vida, extirpando la oscuridad que en
mi interior se extendía.
No quiero caer en tópicos de enamorados, ni zarpar a la
creatividad de mi memoria en un barco de vela, ni volar con una alfombra al
pasado donde me abandono de mala manera.
El sentimiento que me arropa es irresponsable, insensato, y
peligroso. No soy persona estable que domine sus instintos, es más, soy loco, me
muevo por impulsos, y ella es y era, fuego que me da calor, pero también que
quema, haciendo que este testarudo, muera en la orilla de su cintura en la que
alguna noche se perdió.
Sé que solo yo tengo este sentir, y que ella no me pertenece
ni me pertenecerá nunca, no soy digno de su agrado. Me equivoque en algunas
cosas en el pasado, y tengo que arreglarlo por mí mismo, pues ella es la
esperanza que se me dio, para vivir por un sueño una vez más.
Tal vez, no piense en ella durante el día a día, pero cada
vez que me siento a escribir mis pensamientos, se convierte en la idea
principal de mi cuento, en la musa de mis delirios, y es la persona que más me
gusta que me lea. Es tontería, pues vivir así es contradictorio, soltar una
idea amarrada a una cuerda, no es más que seguir pensando pero evitar que
alguien lo vea.
Y aunque no toda la culpa es mía de la distancia, no me
quedare tranquilo sabiendo su ignorancia, pues su culpa en mi enredo también tiene,
por haber hecho cosas que no se deben cuando ante un corazón débil te detienes.
No guardo rencor al abismo que se creó por su causa y consecuencia, pues con
cariño aun la intento cuidar, aunque primero tenga que aprender a cuidarme a mí
mismo, que aunque egocéntrico se me cree por todos los costados, soy la única persona
a la que he dejado de lado.
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