De
repente dos almas se cruzaron, las palabras escritas terminaron, una mezcla
entre excitación y curiosidad brotaba en el ambiente que no era incomodo pero
tampoco era excesivamente agradable. Una calle, dos miradas que se cruzan
examinando cada matiz en su brillo, ¿Amor? lo dudo, quizás admiración por que
las mentes son las que se han conectado. Un cuarto, una computadora que recoge
de cada ser un poco de su alma impresa en entornos digitales que nunca habían
tenido tal sentimiento en tan pocos bits de memoria, la tensión se masca en el
ambiente, los nervios empiezan a dominar la situación mientras ella de su imaginación
saca una rosa con los pétalos de colores, él, por su parte, de su corazón saca
dos líneas de un poema que los latidos en Morse le dictaron.
Una cama, que vibra con dos cuerpos que jamás se habían conocido, y que la
curiosidad dominaba en su totalidad, ya que ambos recorrían el cuerpo del otro
con dulzura y pasión. Una mañana, en la que recordar lo sucedido y hacerlo eterno. UN futuro, tan incierto
como el propio miedo, que a veces aparece y otras simplemente se escapa sin
decir adiós.
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