También añoro que la mayor preocupación que tenía era no pasar un
nivel en el Sonic del cual me llevaba horas, o las largas búsquedas por el
parque con mis amigos jugando al escondite, las divertidas horas de colegio
donde la plastilina era un sinfín de armas y muñecos que te hacían volar por el
cielo de la imaginación.
Aquellas épocas en las que seguías las aventuras de Dragón Ball,
las desventuras de Mortadelo y Filemón, las eternas esperas porque Oliver Atom
marcase un gol que conllevaba varios días incluso aquel grupo de héroes que nos
descubrieron el mundo de dragones y mazmorras jeje eran momentos de verdadera
pasión, aunque si me cabe una pena es que no recuerdo cuando Marco con su monito
encontró a su madre.
En aquel entonces el tiempo era demasiado lento, todos soñábamos
con hacernos mayores y protestábamos cuando nos decían que éramos pequeños
asegurando que ya éramos mayores teníamos casi 7 años.
Sonrió recordando cada instante de aquellos días en que no
tener un caramelo daba para un berrinche duradero con mis padres porque no me
daban mi dosis de azúcar que me volvía completamente loco por degustar aquel
sabor tan efímero, si pudiera volver no cambiaría nada, nada de nada porque yo
puedo gritar desde mi sitio en este presente que fui feliz y aunque añore la
despreocupación y los momentos de felicidad inocente mis recuerdos de la
infancia siempre serán lo más bonito de mi existencia.
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