Una tediosa tarde la lluvia se desliza a través del cristal
de mi ventana. El reloj-despertador se empeña en hacerme consciente de la
lentitud de su movimiento marcando cada segundo de mi soledad. A fuera, en la
calle, se escucha la risa de gente con un destino, gente acompañada de los
ruidos de los malditos coches que no cesan en regodearse gritando que no me
dejaran liberarme en un sueño.
De repente, una idea intenta hacerse notar pero sin llegar a
aclararse se apaga, sin más, sin más estaré aquí esperando que en alguna otra
cabeza resuene un recuerdo de mi ser y me saque de este letargo, que al fin y
al cabo así pasan las horas muertas.
llueve..
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