Nunca olvidare ese momento en el que de mí se apodero el
instinto, sus labios recrearon en mí miles de teorías acerca del sexo que
inspiraban sensaciones que levitaban cierta parte de mi cuerpo. Ella se acerco
e hizo que mi cuello me describiera su estado de desenfreno a través de mis
sentidos mientras yo acariciaba sus pechos a la par que notaba como sus pezones
erizaban la palma de mi mano.
La temperatura subía y el sudor lubricaba el roce
de nuestros cuerpos, mi cadera empujaba hacia ella mientras su pelvis describía
"eses" que llenaban el aire con el sonido de sus gemidos. Nunca pedí
que parase, ella creo que lo entendió porque fueron horas intensas y horas en
las que mi cuerpo sucumbió al siniestro estado de la excitación más banal en
que mi mente se fue, dejando paso a la tentación pues mi deseo se cumplió una
noche que nadie me describió.
deja de estar suspirando por los rincones por situaciones que quedaron en el cajón de los recuerdos
ResponderEliminar