Si pudiera revivir aquellas emociones que sentía al verte,
lo haría. Si pudiera reconocer que eres mi debilidad, lo haría, pero realmente
me he dado cuenta de que no puedo ni siquiera pensar en ti, por lo menos no
cosas buenas. Siempre que te miro veo una persona que no conozco, una persona
distante y que no le importa lo que yo quiera, no te culpo, pero
tampoco es que te lo agradezca.
Siempre había idealizado tu ser, pero poco a poco esa
sensación de perfección se fue diluyendo y mezclando en el océano de lo
corriente.
Días atrás alguien me dijo “eres mejor de lo que piensas,
pero nadie te dejará demostrarlo”. No se refería concretamente a mí, sino a la filosofía
que él había mantenido durante toda su vida, si lo examinas un poco te darás
cuenta de que ciertamente su lógica es buena, y que eso es lo que siento
contigo. Siempre das por hecho que sabes quien soy, sin pararte ni siquiera a
mirar, sin pararte a escuchar, solo deduciendo de las tonterías que por mi boca
salen, cuando en realidad se podría decir que no sabrás la magnitud del paisaje
que te rodea hasta que llegues a la cima de la montaña, y tu conmigo no has
comenzado ni el ascenso, es triste, muy triste, pero los hechos hablan por sí
solos.
Por eso aunque a veces en mi interior se monte un dilema,
siempre acabo dándome cuenta de la realidad, y es que llegados a este punto, me
he dado cuenta que no eres lo que esperé siempre.
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