lunes, 15 de julio de 2013

Observa, recuerda y no te rindas

Una noche una luz entro por mi ventana, cuando percibí que aquella luz compartía espacio y tiempo conmigo, fui a bañarme en ella para contemplar su procedencia.

Cuando me asomé, la luna estaba llena, de ahí provenía, nunca me había parado a pensar en ella, no sé, era como si siempre hubiera estado ahí observándome, sintiendo que la ignoraba, tanto, que tuvo que entrar a buscarme hasta mi rincón. Cuando la miraba mis ojos se volvieron vidriosos, arrepentidos de no haberla contemplado más veces, pues si te lo planteas, tal vez nunca tengas otra oportunidad de verla, y le entristece, porque quiere dejar su bella imagen en nuestros recuerdos, porque la luna no es solo un satélite que gira alrededor de nuestra madre tierra, es la dueña y soberana de la noche, esa abuela que no te permite pasar miedo en la oscuridad, tal es su hermosura, que incluso el sol la persigue incansablemente, ella como buena dama se hace de rogar, a veces se juntan y consiguen oscurecer el día mas reluciente solo para mostrarnos que ningún amor es imposible.

Cuando se marchó, ocultándose detrás de las nubes, intente volver a acostarme para dormir, pero un ruido enterneció mi corazón, la lluvia había llegado, con su melodía tan reconfortante, que no tuve más opción que volver a la ventana, llovía y llovía, las calles empezaban a convertirse en pequeños riachuelos, limpiando las miserias que tiramos muchas veces sin darnos cuenta, otras por falta de respeto. Mi cuerpo temblaba del frío, pero no podía separar mis ojos de aquel agua que ahogaba mi alma en un mar de nostalgia, siempre la lluvia fui mi primer amor, aquella a la que le escribí mis primeras historias, hace ya algunos años de esas palabras que en algún disco duro o vertedero estarán perdidas, lastima, me haría recordar cómo era entonces, y los sueños y esperanzas que tenía acerca del amor y del futuro, que después de todo, resulto no ser como esperaba. Seguí observando la lluvia durante horas, perdido en mis pensamientos preguntándome en que momento del camino me fui de mí mismo, para convertirme en un todo que no conozco, hasta que, paro de llover, y me despedí de la lluvia con dos lágrimas en su honor, las nubes se fueron y el sol comenzaba a salir.

Cuando salió el sol, pude ver una vez más un nuevo amanecer, he visto demasiados pero cada uno ha sido diferente, unos por obligaciones, otros por puro placer, otros por castigo, pero cada uno de ellos porque estoy vivo. Y mientras viva, se puede siempre ver un nuevo amanecer, e intentar no caer en errores del pasado, un amanecer una oportunidad, un día nuevo para empezar de nuevo otra vez, eso representa el sol, esperanza, oportunidad, y nunca rendirse, pues nunca él nunca se rinde en conquistar a la luna. Por ello hay que intentar vivir acorde a uno mismo, y luchar para salir adelante,  sin perderse detalle de lo hermoso que hay ahí fuera, ni perder lo que hemos sido en el pasado, evolucionando para un mejor futuro, y bajo ningún concepto, rendirse, pues si un día falla, no te preocupes, mañana vuelve a amanecer.

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