lunes, 22 de julio de 2013

Intriga a ciegas

En un momento llego el derroche de palabras que hicieron despertar mi curiosidad, nunca lo entendí, pero siempre perdura esa llama sin extinguirse en mi interior. A rachas te pienso, a rachas te miro, a rachas sueño con volver a tener un momento contigo sin que sea a modo de suspiro. No entiendo tu ironía cuando te digo que me gustaría entender tu filosofía, aunque ya la he visto en la superficie del océano que es tu forma de ser, solo rozo lo superficial, y mira que siempre leo los detalles que se me muestran pero contigo es más complicado, al ser tan compleja como yo mismo.

Elevo tus percepciones a las mías, aunque a veces me doy cuenta que ves más de cerca los detalles, o tal vez solo sea cuestión de sexo, y en mi genero haya un estándar sencillo de leer.

Pero eso son nimiedades, pues lo interesante no es cuanto sabes de mí, sino cuanto me ocultas de ti, observo fotografías en busca de claves, cuando en persona coincidimos me fijo en tu mirar para ver si lo que yo veo está en algún lugar, pero no lo encuentro, me desespero y pienso que estoy perdiendo el tiempo. En fin, es algo difícil entender un libro si solo te centras en la portada, puede tener un título muy claro, o una portada encantadora, pero lo que nunca veras por fuera es su personalidad arrolladora, tan arrolladora que se lleva por delante cada complejo que saco a la luz, y si, tal vez sea un capricho de mi mente, aunque lo dudo, porque es difícil de engañar al ojo que todo examina. Tal vez nos haya faltado más entrar en lo físico para entendernos sin palabras, o simplemente tengamos un juego que nadie más entiende, pero no me gustar perderme ningún capítulo de esta miniserie.

Y ahora te preguntas si la realidad es más sencilla de lo que la pintamos, puede ser, pero si fuera todo tan fácil me hubiera aburrido algún tiempo atrás, siempre me aburro de lo cotidiano, y sé que tú no te quedas atrás con esta ideología, por eso aun tampoco has desistido del todo en volver a entrar en el juego que te llena algunas tardes con escenas de “thriller” de intriga. Pero la obviedad es abrumadora, tanto embrollo para verte al otro lado de la luna, porque aunque compartamos cielo, o compartamos cama siempre parece que estas al otro lado del dormitorio, contigo la soledad es constante, es por tu cuerpo que no abriga cuando hace frio, ni teje una manta para que tu ausencia no resfrié, tempano de hielo, rio en las cumbres más altas, pero siempre la más interesante historia que cuentan mis actas.


Efímera fue nuestra palabra, idiota la distancia. Tarde… pues no, siempre hay tiempo para retomar algunos cuentos, la pregunta es si tú ves lo mismo que yo, o solo me ves como un pícaro que busca una flor que polinizar para luego poner raíces en otro jardín, nunca se sabe, y menos si no te arriesgas y vas de frente para crear más recuerdos y nuestras primeras intimidades. 

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