sábado, 13 de julio de 2013

La huida del cobre

En un momento que nadie entendía,
se perdió una princesa en la lejanía,
buscando a su amado se fue cabalgando,
pues siempre en él estaba pensando.

A la guerra marcho el joven mozo,
la muchacha se hundió en un pozo,
depresiones e inmoralidades,
en su cabeza salían a raudales.

Su padre llorando le grito en silencio,
pues ese muchacho era un necio,
que a su hija había engañado,
y su corazón había conquistado.

Flores y más flores le caían por la ventana,
amaneceres con canciones cada mañana,
promesas en el viento,
y un amor que no irá más allá de los tiempos.

Cuando la princesa llego a su destino,
en el campo de batalla no quedaba nadie vivo,
su alma se desgarraba cuando a su enamorado,
vio en el suelo por una lanza empalado.

Grito llorando a los cielos que le concedieran la vida,
que ella se sacrificaría y de sus riquezas se desharía,
por el amor de un muchacho con casco de cobre,
pues no tenía para más al ser pobre.

El cielo enternecido por la renuncia de lo terrenal,
le dio a su amado la vida de un inmortal,
pero cuando a su amada vio sin dinero,
salió huyendo de allí el primero.

La muchacha resignada se dio cuenta del engaño,
y se retiró a la montaña a vivir muchos años,
porque no podía soportar demasiado el daño,
al que la sometieron por no tener algunas monedas de estaño.

Y así aprendería que en esta triste existencia,
nadie destaca por la beneficencia,
por ello nunca más volvió a la sociedad,
pues nunca quiso volver a ver la mezquindad.

Hasta que un día llego un peregrino,
y le concedió a la mujer compartir su camino,
pues por la montaña él pasaba,
y vio a la ya mayor mujer que desolada tiritaba.

Al ver el acto de generosidad,
le prometió de él no volverse a separar,
pues ese acto le daba potestad,
para abrir su corazón y volver a amar.

Años más tarde con este nuevo amor,
paso por el campo donde aquél la abandono,
ella era vieja y su marido un hombre mayor,
pero el caballero de cobre estaba joven y solo.

Pues la inmortalidad que se le dio fue su castigo,
por robarle a una mujer su corazón como un mendigo,
aunque resulto ser tacaño y huraño,
ella conoció al hombre pobre que le dio sus mejores años.


Y así se aprendió que el dinero, no da más que perdidas,
castigos y otros desamores, pues por dinero se pierden vidas,
por dinero se pierden cosas irreemplazables
pero dentro de los enamorados vivir sin nada fue entrañable.

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