martes, 15 de octubre de 2013

Y la perdición llamo a su puerta

Aquel día las cosas se volvieron extrañas, la perdición llamo a su puerta,  creando una lucha interior en él. Las probabilidades de aquel extraño encuentro eran tan remotas que en ningún momento de su extraña y cambiante vida pudo imaginar lo que le vendría encima, pero el miedo no le dejaría al margen.
Al recibir las nuevas acerca del suceso, divagó por las esquinas buscando alguna palabra que le diera el punto lógico, algo razonable, no pedía demasiado, solo algo a lo que aferrarse para no perderse en el mar que, por una cosa u otra, siempre acababa cayéndose para sumergirse y no darse respiro.
Cuando llegó el momento, encendió la radio y avanzó la cinta con una nueva melodía que ya había escuchado. La curiosidad, el deseo y la resignación se hicieron una, pero incontestablemente se convirtieron en una sensación de bienestar que pocas veces hubo sentido, tanto así, que miraba las estrellas para no cruzar la mirada con la perdición por temor a perderse en su embrujo.
A medida que fluían los momentos, su temor se esfumaba, sucumbía a ella, perdía su determinación, cada vez era más débil, cada vez perdía más la noción de sus actos, sabiendo que, aunque hubiera ensayado el guión, había nacido para improvisar, y a eso le tenía respeto, porque sabía perfectamente que el otro frente en aquella guerra, el mismo frente que evitaba, estaba perdiendo sus defensas en cada derroche que le permitían haciendo su labor más y más complicada lo que le traía de cabeza. Y así, cuando todo daba vueltas, se paró, se paró porque la perdición se desvaneció, sin más, pasó de tentación irremediable, a convertirse en la ausencia al cuadrado, quizás al cubo, con alardes cómicos, y otros que simplemente mejor olvidar. Pero a pesar de todo, esto le alivió, porque le permitió recobrar el control y pudo salir de la batalla sin nada que lamentar, incluso encontró ternura en la oscuridad, entendió más cosas de las que cuenta, y se convenció de otras que simplemente quiere borrar.
Sin embargo, no olvidará aquel día en que la perdición llamo a su puerta.

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