sábado, 7 de febrero de 2015

Soledad atemporal

He tenido tantas ocasiones que no se si he mirado la tontería de la monotonía que tenía cuando te tenía en tantos instantes que guardo en mi cabeza, no es lo mismo mirarte a los ojos desde una foto que desde una ventana que no lleva a ningún lugar porque carece de paisaje, el arte que desprende tu pelo cuando juega al escondite con el viento.

Porque no poder decirte que quizás me merezco la distancia que marca este tic tac del reloj de la extravagancia que da poder a la imaginación que me ha llevado a derramar una lagrima en un mar de lava que la evapora para que parezca que nunca surgió de la idea de perderte.
Y ya ves que sin ganas nadie hace nada, o si lo hace es porque quizás no entienden que el tiempo que trascurre entre la entrada y la salida del espacio temporal no es nada más que un segundo en la vida cotidiana de las personas que defienden el estado de gracia. Sin embargo, una despedida a tiempo es una victoria, pero no quiere decir que una a destiempo sea una derrota porque si eso implica unos minutos más en tu cama desnudo me quedo ahí sin hacer nada, para poder decirte que espero que si no te veo de nuevo en esta vida, te regalo un beso adornado entre ríos de tinta y flores de colores para que sepas que en mi cabeza, la poesía que recitaba tu mirada cuando te conocí y la melodía de tus gemidos entre las sabanas de mis paredes, sigue tan despierta como cuando te dormía entre mis brazos para sentir que la soledad puede darse incluso cuando presencias la más dulce imagen de la persona a la que amas.

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