jueves, 26 de diciembre de 2013

Llueve en el mar

No tengo miedo a la lucha, porque no tengo que perder, juego a ser yo mismo para perderme en otro lugar, otro lugar que me encandila, que me lleva a soñar, ¿Por qué eludir la tormenta? si me da motivos para despertar, motivos para sonreír, incluso motivos para llorar, llorar de felicidad es complicado casi tanto como volar. Pero en mis sueños alguna vez esa quimera pude alcanzar.


No puedo tener desdicha mas no conozco la dicha de ser afortunado, pero si conozco la amargura de la soledad más oscura, que acompaña al dolor de ser un alma pura, que pierde ante la realidad ya que apenas siento por abusar de ello, de ese dolor, casi es como si la lluvia se desencadenara en el mar, no sucedería nada, ni nadie puede verlo, y a mí nadie me ve por qué estoy cerca, pero en realidad estoy demasiado lejos para que alguien pueda acercarse, pero digamos que existen personas a las que podría tenderles un puente para que llegaran a verme, a entenderme, incluso a sacarme de la estupidez más caótica a la que me enfrente en mi día a día. Mi vida, triste tormento, pero con tintes de amabilidad, con días de felicidad intercalados que me hacen ver de otro modo el mundo desde mi ventana, que es mi única vía para ver la luz del día. 

Alardes de compasión han llovido, pero sinceridad… no creo, pues no me lo he creído, no necesito limosnas por pena, pues no soy un alma en pena, solo un incomprendido que hace mucho tiempo se perdió en este estúpido e hipócrita mundo.

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