jueves, 21 de noviembre de 2013

Despertar

Una mañana te despiertas y rompes con todo, intentas olvidarte de todo lo que te rodea, te adentras en un mar de silencios para no corromperte en tus ideas. Miras a tu alrededor mientras nadas y ves que la nada es tu aliada, en ese mar donde la vida y la sociedad abundan por su inexistencia, lo que te provoca una sensación de calma que no puedes asimilar del todo, porque aunque no quieras, tu cabeza y tu cuerpo siguen funcionando, haciendo imposible la completa unión con tu propia paz interior. Y mientras te descompones en mil pedazos para armar correctamente ese ‘puzzle’ que llamas vida, las imágenes empiezan a flotar a tu alrededor, momentos alegres a la par que tristes, situaciones que no recuerdas pero están ahí, por ejemplo, algo tan insignificante como una sonrisa que te dedicó algún desconocido un día cualquiera, esas cosas siempre solemos descartarlas para ocuparlas con otras a las que damos prioridad. Así se empieza a salir de la calma, preguntándote, hacia dónde vas, que puedes hacer, si aquello está mal, si lo otro está bien, no sé, si pudiera darme un consejo sería cerrar el libro y empezar uno nuevo cada día, continuar los cimientos que te hacen agitarte por la curiosidad y descartar aquellas cosas que realmente no te aportan nada más que delirios camuflados en una era digital, tan fría, pero a la vez tan cotidiana que empezamos a confundirla con la realidad. Y es que en realidad es tan sencillo, es tan fácil, mirar hacia adelante pensando que algo mejor va a suceder, ya sea en un corto periodo de tiempo o a largo plazo, pero siempre con los pies en el suelo, ya que la vida no es un cuento de hadas y el sufrimiento va ligado a la misma. Por eso, debemos intentar asimilar las oportunidades, vivir sin arrepentimientos y sacudirnos de lo malo, disfrutar los buenos recuerdos sin llegar a rozar la nostalgia, ya que puedes anclarte en algo que ya sucedió y aunque forma parte de tu ser, no forma parte de tu presente, que es donde vives, en el presente, ese bendito regalo que puede cambiar en cualquier momento sin avisar. Para concluir, pensar que lo más sensato cuando la tristeza te llama, es olvidarla y olvidar que la has olvidado para ver el amanecer que nos regalará cada mañana, en este extraño circulo vicioso al que llamamos vida.

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