viernes, 30 de agosto de 2013

Travesía pagana

Comenzó la mañana, cada cual con su arma en la mano, el camino se tornaba largo pero en ningún momento en el grupo se daba la sensación de que sería tedioso.
Comenzamos el sendero rodeado de bestias furtivas que se mezclaban con la fauna de aquellos lares, algunos aullaban, otros yacían en el suelo buscando sin éxito ayuda alguna. Pero nuestro grupo sin miedo avanzaba. Las armas que portábamos se iban desgastando al mismo tiempo que nuestra locura se iba apoderando de cada uno de nosotros, delirios entre risas, y cánticos para alegrar el espíritu. La pendiente se hacía prolongada y los juglares de los carros que eran tirados por caballos, nos deleitaban con músicas paganas. Poco a poco, paso a paso, avanzábamos a nuestro destino. A nuestro alrededor miles de caras, como si fuera a empezar la verdadera batalla, pero eran sonrientes, no corríamos peligro alguno, ya que los licores que portaban les habían convertido en un gentío tan manso como los corderos. El camino empezó con nosotros siendo un grupo de gente normal, pero el trascurso de nuestro recorrido y el consumo total de nuestras armas nos convirtió a nuestro paso en los caballeros del apocalipsis, destructores de todo a nuestro alrededor, sin interferir con las otras bestias colindantes, pacíficos, pero hilarantes destructores de la armonía. Llegamos a nuestro destino y nos paramos, nos miramos unos a otros con una perspectiva diferente a la que empezamos. La mañana comenzó con el camino, la tarde nos alcanzó a nuestro destino pero la noche nos llevó al descanso de un día en la guerra de la más irrelevante travesía.

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