sábado, 4 de mayo de 2013

Almohada

El día comenzó entre ladridos de metal en movimiento y las voces de las personas que recorren caminos juntos pero distintos. El día avanzaba y el sueño no se postraba ante mí... mi día se hacía largo hasta que entre píxeles encontré a mi delirio, que me inspiraba admiración y censura en mis pensamientos. No podría decir si era verdad o mi imaginación volando, pero el sexo de su cuerpo por imágenes digitalizadas me llamaba. Le propuse un encuentro sin lugar, sin remordimientos, solo dos cuerpos que se estremecen al unísono de un movimiento. Las manos recorrían lentamente su silueta carnal desdibujada que horas antes había imaginado con fervor en mi cerebro, proyectando sudores que evocan mi primera vez, la emoción, el morbo. Todo mi cuerpo se perdía entre su dulce voz desgañitada por el placer que da el amor convexo, en una habitación donde no solo se espera el sexo. Y así mi día acababa entre algodones y una canción desafinada en la cama donde nunca se necesitó una almohada.

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