miércoles, 29 de mayo de 2013

Destino en la incertidumbre

Despierto una mañana sin conocer mi nombre ni lo que me rodea, el latir de mi corazón se acelera por el miedo que me provoca obtener respuestas.

Salgo de la cama y mi casa esta desierta ni una señal de vida encuentro cerca, voy al baño con intención de lavarme la cara pero del lavamanos no sale agua, ni siquiera una gota.

Vuelvo hacia mi habitación, cojo algo de ropa. Me visto. Intento asearme como puedo y me dispongo a comer algo en la cocina, cocina que no encuentro, cosa extraña ya que mi casa no es grande, pero cada vez que intento entrar en ella la puerta se desvanece y vuelvo a mi cuarto.

De repente, se apodera de mí la oscuridad, mi casa desaparece, el entorno en el que me veo no tiene forma ni dimensiones, solo un vasto manto negro que viene de todos los rincones que no alcanzo a ver. Paso por instantes de auténtico agobio mezclado con terror, no escucho nada, no siento ni una pizca de calor, y comienzo a sentir como mi cuerpo descendiera en caída libre en la oscuridad, la sensación de velocidad hace que me desmaye.

Me encuentro en un lecho algo húmedo, es césped, a mí alrededor se extiende una extensa llanura llena de pasto y de flores. Me pongo en pie, camino durante unos pocos minutos disfrutando del paisaje y la sensación de calidez que desprende aquel lugar, aunque aún estaba mojado por dormir en el vigoroso césped. Al fondo veo un árbol inmenso que da sombra a parte del lugar, camino hacia el para descansar. La sensación de agonía en los escenarios anteriores había desaparecido, el miedo a las respuestas disminuido pues en aquel paraje no hacía falta ninguna pregunta.

Cuando llegaba al árbol una brisa acaricia mi espalda, lo que hizo que me girara. Entonces la vi, la figura de una mujer cogiendo flores mientras me sonreía. Me derretí en un instante, mi cuerpo comenzó a temblar como un flan en un tren de vapor, mis ojos prácticamente se inyectaban en lágrimas, era la mujer ideal, su pelo negro en sintonía con el viento, sus ojos marrones que parecían de un cuento japonés, me acercaba a ella casi como si volara porque la felicidad que sentía se derrochaba en mis poros. Cuando la alcance me dispuse a hablarle, pero mi voz no salía, mire al cielo y comenzaba a agrietarse, ella asustada corría y corría pues un mudo como yo su mundo en mil pedazos lo hacía.


Abrí los ojos de nuevo en mi cama, pero esta vez sabía que había ocurrido, todas mis decepciones en sueños había realizado de forma abstracta, escucho el timbre, voy a la puerta, no es común que llamen, mi casa esta desierta, abro y la veo, la mujer de aquel sueño, intento decir palabra, pero ninguna de ellas me sale. Me da una carta y me pide que firme, el recibo del agua no estaba pago, así que era la notificación de corte, las cosas cuadraban con mi sueño pero no lo entendía hasta que di la vuelta a la carta y había un número de teléfono móvil, “Llámame, quizás en la tercera ocasión puedas decirme lo que pensabas”.  La sonrisa que se me quedo era una ironía ya que vi en mis sueños lo que el destino para mí ese día disponía.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario