No se puede remediar sentir dolor en ciertos momentos de la
vida en que la situación te supera, en donde la situación se hace insostenible,
para entender, que es lo que te pasa por la cabeza en cada momento… pues a cada
momento el pensamiento cambia.
Envejecemos, despedimos a personas, fallamos en nuestro
camino, acertamos en algunas decisiones, cumplimos algunos sueños, etc… eso nos
convierte en una onda que se mueve entre la felicidad y la tristeza, a un ritmo
tan vertiginoso, que es casi imposible mantener una estabilidad emocional de
manera permanente.
Las decisiones de ayer, puedes que no las comparte tu “Yo”
de hoy, y las de mañana no esperaras haber cambiado de respuesta, la vida es un
sinfín de experiencias que cambian pedazos de tu personalidad, la amolda a las
circunstancias que te han tocado vivir. Normalmente, se suele aprender más de
las decepciones, que de las alegrías, pues el dolor asusta, y eso, no quieres
volver a repetirlo.
Y al final llegas al punto de no retorno, al punto de querer
deshacerte de todo lo que eres, de todo lo que fuiste, y reinventarse para ser
un nuevo ser, que pasea por el mundo, una nueva idea, un nuevo comienzo, pero
antes de ello, pasaras, por derramar lágrimas en la almohada, desde la soledad,
en la honestidad que te sugiere la noche.
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