miércoles, 26 de junio de 2013

Última cena. Parte II

Después de recibir el mensaje ella volvió a su casa un tanto preocupada, llamo a su acompañante de esa noche y no obtuvo respuesta, la noche la paso en vela, apenas pudo dormir, hasta que cuando la mañana asomaba, su café tomaba, en las noticias su acompañante salía, pues de un puente había saltado. Las lágrimas brotaban de sur hermosa cara, como si del Niagara habláramos, y no sabía si la nota que dejo en su chaqueta cuando fue al baño el muchacho había leído antes de saltar, pues sus sentimientos plasmados en papel ahí se describían.

Pero no, nunca la leyó, ya que el policía que lo encontró llevo la carta de vuelta a casa de la joven, ya que al mirar el móvil, su último mensaje enviado y la última llamada recibida a esta chica pertenecía. La carta permaneció sellada toda la noche.

Pasaron los días y llego el día de su entierro, cuando el último adiós, junto al cura ella le daba, antes de poner la tierra por encima de su cuerpo, dejo caer el papel que sus palabras contenía, y aunque el muchacho nunca lo leyó, ella antes de arrojarlo antes los presentes lo leería.

Mi querido viejo amigo, nunca deje de verte como mi gran amor, pero el tiempo hizo que nuestra llama se apagase, pero sé que nunca amare a nadie como te amé a ti, pero ya no eres esa persona que me hacía estremecer y sonreír cada noche al oír tu voz. Tampoco esa persona que me hacía feliz al despertar, cuando cada mañana sonaba un “te quiero”, ya fuera con tu voz o por mensaje, estaba plenamente contigo.

Pero cambiaste, los “te quiero” disminuyeron, las atenciones se desvanecieron, te centraste solo en ti y abandonaste mi amor, por una miseria de trabajo, entiendo que salías cansado, pero yo siempre esperaba con todo mi amor a que llegaras, y sé que sabes que te equivocaste, y aunque en otros brazos me encuentro enamorada, tu amor nunca será sobrepasado, porque eres lo más importante que he tenido en mi vida, y te querré siempre aunque por tu comportamiento en otro cuerpo descanso.

Te dejo esta carta para que entiendas que vale la pena que busques otra mujer y seas como fuiste al principio conmigo, aunque cambiaras ya nuestra historia termino no tiene más caminos, pero te deseo que seas feliz, y pueda verlo con mis ojos, porque aunque no te amé, te quiero, y nunca olvidare las noches que hicimos el amor, hasta caer rendidos, ni las tardes de miradas de las que nunca me cansaba, ni las copas de vino ante la chimenea de aquella casa en la montaña, en la que las noches de invierno se hacían tan mágicas como los cuentos de hadas.

Me despido de ti, ya que cuando recibas la noticia de que otro hombre me hace feliz, te irás, te conozco demasiado, no me dejaras terminar, pero quiero que sepas esto el resto de tu vida, para que nuestros caminos si se vuelven a cruzar, pueda mirarte con una sonrisa y ver que tú también a mí.

                                                                                          Eternamente tú amiga. Espero que seas feliz.

Pd: Nunca olvides el día en que nos conocimos, porque yo nunca lo haré.”

Terminado el entierro la muchacha se marchó, al cabo de unas semana la noticia de una vida en su cuerpo le llegaba, con el hombre que mantuvo una relación en secreto, tuvo un hijo (aunque nunca fue de aquel que aun vivía), y como el muchacho lo llamo, para nunca olvidar, aquel amor que tuvo, por un buen hombre que se perdió en su propio camino. Ella nunca lo olvido, pues en su hijo veía su rostro, que con los años, aquel entuerto se esclarecería, pero a su marido nunca le importaría.


FIN

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